Que Javier Tomeo ya no está no es ninguna novedad. Tampoco decir que en junio del año pasado las letras aragonesas (y en general, las hispánicas) perdieron uno de sus mayores genios sobre todo en cuanto a su originalidad y frescura. Solo así, desde ese punto de vista, se puede contemplar, leer, releer y admirar el compendio de microrrelatos El fin de los dinosaurios, su libro póstumo que acaba de publicar Páginas de espuma. Una editorial cuyo propietario, Juan Casamayor, recibió el manuscrito definitivo cuatro días después de la muerte del escritor en un hospital de Barcelona. Bien es cierto que, seis meses antes, el propio Tomeo ya le había dado una primera versión del mismo, aunque, según confiesa el propio Casamayor, "no tenía mucho que ver" con la que ahora acaba de ver la luz.

Los jueces me declaran culpable y me conducen al patíbulo. Cae la cuchilla de la guillotina y pierdo la cabeza. Una vez cumplido ese trámite le doy las gracias al verdugo y regreso a casa. Patíbulo es el título de este relato que es solo un reflejo de los 148 relatos con los que el lector puede recordar a Javier Tomeo y... también escuchar lo que pudo ser su última no despedida, tal y como explica el propio Casamayor en el prólogo: Soy un cocodrilo y no puedo sacar la lengua. A lo mejor esa es la razón por la que no puedo deciros adiós.

MÁS QUE UN COMPENDIO

Pero, para ser justos, conviene calificar a El fin de los dinosaurios como algo más que un simple compendio de relatos. Sería más coherente calificarlo como un último repaso a su forma de entender la vida, una autobiografía en la que aparece su mundo, tan llamativo como absurdo para algunos, tan realista y originalmente genial para otros, en el que la naturaleza y, cómo no, los monstruos, también tienen su parcela reservada.

No hace falta más que leer, por ejemplo, La tristeza del ficus (Tengo un precioso ficus en el recibidor de mi casa que se pasa las noches llorando. Hace un par de días le pregunté por qué lloraba y me dijo que le gustaría ser de plástico. --No puedo soportar la clorofila --me confesó, suspirando--. Me causa demasiados problemas) o El asesino de la pantalla (Entro en el cine, soy el único espectador. Empieza la película de crímenes. Cuando el asesino me descubre sentado en la última fila, sale de la pantalla y viene a mi encuentro con el puñal en la mano. Mientras sube por el pasillo sus ojos fosforecen como los de un gato. No vale la pena que pida auxilio. Estoy solo).

Es un Javier Tomeo que se agiganta en cada relato para incluso, en su momento de máximo apogeo, desafiar a los dinosaurios en un relato que da título al libro y que concluye de una manera contundente: --Pues debe de ser mala cosa --le digo--, despertarse y encontrarse convertido en una serie de huesos mejor o peor dispuestos. Mala cosa descubrir que nuestros enormes y leales corazones de herbívoros continúan latiendo como si tal cosa entre nuestras costillas mientras las hienas, hartas de carne, se ríen a lo lejos.

MIRADA LARGA A BUÑUEL

Este libro es, posiblemente según asegura Casamayor, el "más Buñuel" del escritor. El microrrelato es un género que practicó a lo largo de su vida, como los recogidos en Bestiario, de 1988, o en Historias mínimas, de 1989, aunque entonces no estaba de moda llamarlos así, señala el propio Gascón, responsable de la edición de Cuentos completos de Tomeo, publicados hace dos años, con el escritor todavía en vida.

El libro ha contado, además, de con la colaboración de Gascón con la de Ismael Grasa, ya que ambos han escrito dos textos hablando sobre el trabajo de Tomeo; y con la de Antón Castro, autor de un diccionario de términos relacionados con la obra del autor de Quicena (desde Aragón hasta zoología pasando por otros términos como humor). Ese que era capaz de hablar de dinosaurios, muñecas hinchables y monstruos con la misma habilidad que convertía la realidad austera en un mundo lleno de color e ironía, sobre todo, de mucha ironía.

El fin de los dinosaurios no es, en cualquier caso, el último de los libros de Javier Tomeo que van a ver la luz ya que, está previsto, que aparezcan dos obras póstumas más: El hombre bicolor, una novela corta que salió precisamente ayer a la venta publicada de la mano de la editorial Anagrama, y la colección de cuentos Vampiros y alienígenas, que editará Alpha Deccay a lo largo del año próximo.