Savages era un grupo estricto. Y ahí radicaba su atractivo: en sus obstinados ritmos pospunk, en su obsesión por los diseños monocromáticos, en una integridad que las llevó a solicitar a su público que no las filmaran ni hicieran fotos en los conciertos. Qué conciertos, además. Los dos discos de Savages, 'Silence yourself', del 2013, y el más emocional 'Adore life', del 2016, recibieron las mejores críticas, vendieron considerablemente y estuvieron nominados al Mercury Prize, pero era en sala donde se vivía la auténtica experiencia Savages. Sonido letal e impacto visual. Mucho carisma escénico, en particular Jehnny Beth, líder de tacones altos y movimientos de ninja sigiloso.

La banda brilló muy fuerte, bastante rápido, y en el 2017 Jehn (nombre real: Camille Berthomier) se sentía agotada. Fue ella la que sugirió a sus compañeras abrir un paréntesis en su historia para hacer otras cosas. "Estaba cansada de una cierta dinámica creativa", me cuenta la artista por teléfono, entre pequeñas toses producto del COVID-19. "La vida es corta y era hora de experimentar y hacer algo que implicara algún riesgo. Quería encontrar otras formas de crear".

Para buscarlas, la artista francesa (pero instalada en Inglaterra entre el 2006 y el 2018) se retiró a un estudio en el sur de Francia y escribió un montón de canciones que, después, arregló con ayuda de Johnny Hostile, compañero y colaborador desde tiempos inmemoriales; juntos habían sido el dúo John & Jehn. "Cuando tenía un puñado de canciones", explica Jehn, "quisimos darle muchas formas a cada una. De un mismo tema podía haber versión drum'n'bass, o techno, o jazz Fue un tiempo lúdico, sin cortapisas, sin intentos de precisar de antemano de qué iba a ir el disco. Era cuestión, sobre todo, de hacer, hacer, hacer".

DESEOS HUMANOS

Y entonces empezaron a entrar nuevos colaboradores. Llegaron productores como Flood (PJ Harvey, Depeche Mode) o Atticus Ross (mano derecha de Trent Reznor, de Nine Inch Nails), e invitados de la talla de Joe Talbot de Idles y Romy Madley Croft de The xx. "Cuando conocí a Romy explica Jehn, a ella le sorprendió bastante mi personalidad. Vio una vulnerabilidad que no estaba en Savages. Y ella quería ver eso en la música. Me ayudó a aprender a mostrarla. Una de las técnicas que usaba era sacarme a dar vueltas por la noche, hacerme bajar mis defensas, interrogarme sobre mis asuntos y apuntar algunas de mis respuestas. Con ellas hacíamos canciones a la mañana siguiente".

Del espíritu de búsqueda, la variedad de colaboradores y la nueva desnudez emocional ha surgido un álbum, 'To love is to live', lanzamiento importante de este viernes, menos atado a la más oscura tradición pospunk que a una idea amplia del pop moderno. Fue determinante la labor de Beth al frente de 'Start making sense', "el programa de radio para melómanos para melómanos con la mente abierta", en palabras de ella misma. Se emite quincenalmente a través de Beats 1. "Haciendo el programa empecé a escuchar música nueva de manera realmente intensa. Mis gustos ya eran eclécticos, pero conecté de verdad con el aquí y ahora. Quería que el disco reflejara eso; mis gustos en música. Para mí ha sido tan importante el 'Double negative' de Low como el álbum homónimo de Beyoncé del 2014. He hecho un disco libre en cuanto a géneros".

También en cuanto a género: bisexual declarada, Beth es un icono LGBT del rock y aquí sigue jugando a la mezcla de atributos supuestamente masculinos con otros supuestamente femeninos. Uno de los mejores temas, contribución a la banda sonora de 'Peaky blinders', es un manifiesto feminista titulado 'I'm the man'. Cuando le sugiero que el disco está cargado de deseo 'queer', ella contesta que es "deseo humano"; ninguna clase de etiqueta parece satisfacerla. "Es algo que hablé mucho con los productores: este es un disco sobre humanos, seres humanos. 'Flower' puede hablar de la fascinación por la belleza femenina, pero es también, simplemente, sobre sentir atracción y miedo ante una persona".