Jesús Sánchez Adalid y la novela histórica van de la mano. Hace veinte años este escritor extremeño publicó El mozárabe, que le encumbró en lo más alto del podio de este género literario al que vuelve ahora con Los baños del pozo azul, un relato que tiene lugar en Córdoba en fechas próximas al año 1000.

-Subh Walad, su protagonista, existió en la realidad. ¿Quién fue?

-Fue la mujer favorita del segundo Califa de Córdoba y la madre del tercero. Lo interesante es que es un personaje que aparece en las crónicas, y esto ya nos pone sobre la pista de que debió de ser una persona con verdadero interés. Vivió en la alta Edad Media, en una sociedad islámica, en la época cercana al año 1000, y el hecho de que una mujer aparezca en las crónicas significa que tuvo que tener poder real. Subh Walad fue también la responsable del ascenso de Almanzor, una figura clave en el Califato. Parece que todo apunta a que fueron amantes.

-Además de su poder, llama también la atención su carácter.

-Era lo que hoy podríamos llamar una celebrity, porque en Córdoba era muy conocida por el pueblo. La gente no estaba acostumbrada a algo así, puesto que todas las reinas o esposas y madres de califas habían estado encerradas en el anonimato de las dependencias del harén dentro de la Medina Azahara. El varón era visible y la mujer no. Sin embargo, Subh Walad se presentó delante del pueblo y paseaba en caballo por la ciudad. También mostraba el rostro y se asomaba al balcón de su residencia, porque ella no vivía en el harén. Tenía su propia servidumbre. Esto propició que tuviera un nombre con el que le conocían entonces: la señora de las señoras de Córdoba.

-¿Cuál era el papel de la mujer en aquel momento de la historia?

-No aparece en la historia. En el harén vivían todas juntas en una especie de compartimentos privados y en el anonimato. Estaban bajo una regla palatina, que era la regla Omeya que habían traído de Arabia, según la cual la mujer tenía que estar al cuidado de los hijos y dentro, encerrada, en los aposentos de la mujer. No tenían apenas posibilidades, ni vida pública ni muchísimo menos poder. De ningún tipo.

-¿Qué historia esconde ‘Los baños del pozo azul’?

-Esta novela nos narra el momento en el que los dos grandes personajes que aparecen en la novela, que son Subh y Almanzor rompen, por decirlo de alguna forma. Hasta ahora se necesitaban. Subh necesitaba a Almanzor porque era la figura masculina que le permitía a ella tener poder real durante la minoría de edad de su hijo. Y Almanzor la necesitaba porque le había facilitado el acceso a lo más alto del Califato. En un momento ella se encuentra con que él quiere todo el poder, quiere ser Califa, y eso choca con sus propios intereses, ya que ella ha de defender a su propia descendencia.

-A pesar de lo exótico de su historia, Subh Walad no nació muy lejos de aquí, de Zaragoza.

-No. Subh Walad fue traída a Córdoba cuando era muy joven junto con un hermano suyo, Eneko. Fueron enviados por la reina Tota de Pamplona para sellar un pacto por el califa Abderramán, que por cierto era sobrino de la reina Tota. Parece raro que un califa Omeya tuviera parentesco con una reina cristiana, pero es que todos los emires y califas se casaron con mujeres navarras, y eso muy poca gente lo sabe. En aquella época los pactos se sellaban enviando presentes, pero también personas, una especie de rehenes regios que aseguraban que se cumpliera el acuerdo.

-Se han hecho muchas comparaciones entre esta novela y ‘El mozárabe’. ¿Hay conexiones reales?

-Yo desde el principio he pretendido que esto no fuera una continuación de El mozárabe. Es cierto que es una sucesión cronológica, prefiero denominarlo así. Son dos historias que se pueden leer con total independencia. Además, hay 20 años de por medio, y estos veinte años suponen que los personajes hayan madurado. Están en otro estadio de su vida, pero en los mismos escenarios.

-¿Tenemos muchos prejuicios en la actualidad sobre la época del Califato?

-La Edad Media en la península ibérica es muy singular. Es fascinante y no se puede mirar como un periodo oscuro. Y menos en Córdoba. Córdoba y el periodo califal nos ofrecen una singularidad a la historia española que no se puede encontrar en otros lugares de Europa. El hecho de que todavía haya reminiscencias arqueológicas y vestigios de aquel periodo le dan a esta ciudad una singularidad especial. Al Ándalus es diferente a todo. La Edad Media es muy compleja, hay muchísimos elementos en juego, es la gran reconquista, la biblioteca más grande de la antigüedad estaba en Córdoba... Hay que salir de ese estereotipo de pensar que la Edad Media era un tiempo oscuro y desconocido.

-Precisamente este libro, y la novela histórica en general, ayudan mucho a divulgar estas cuestiones, ¿no cree?

-Sí. Es una ayuda muy eficaz. Nuestra historia es muy compleja y los libros son una forma de comprenderla, de entrar dentro de la historia para poderla entender. De hecho, ya hay alguna universidad que utiliza la novela histórica de calidad como un elemento complementario para poder entender alguno de estos periodos. Creo que la novela histórica ayuda mucho.

-Además, es un género que se vende por sí mismo. No necesita mucha promoción.

-Yo hace ya tiempo que no digo que la novela histórica está de moda. Es ya un periodo de nuestra literatura y creo que es por la riqueza de nuestra historia, que hasta ahora no había pasado a la literatura. Aquí no había novelistas históricos y en algún momento tenían que llegar. Y esos somos nosotros.

-¿Quedan muchos personajes por descubrir de nuestra historia como Subh Walad?

-Quedan muchísimos personajes. Hay que estar buscándolos permanentemente, porque es una forma de conocer nuestra historia. Y no solo hablo de las grandes figuras, sino de pequeños personajes que están ahí pero de los que no se sabe nada porque no fueron reyes ni grandes guerreros. Por desgracia, lo que más conocemos de la historia son los conflictos humanos.