Fumador empedernido, hablador pausado, polémico por alguna de sus declaraciones contra el nacionalismo --lleva 40 años dedicados a su estudio-- y amenazado por los más radicales; convertido al judaísmo, pese a que no quiere hablar de ello por ser una "opción personal", Jon Juaristi inauguró ayer la semana cultural sobre Cultura y Tradición Hipanojudía organizada por Ibercaja.

-- En los últimos años, la cultura judía ha vivido un fuerte resurgir. ¿A qué cree que se debe este creciente interés?

--En toda Europa ha habido desde la última mitad del siglo pasado un interés muy grande por la cultura judía y creo que está en relación directa con la desaparición de las comunidades judías europeas a raíz de la II guerra mundial y del holocausto y después de la inmigración hacia Israel de los supervivientes y también hacia EEUU.

--¿Y en el caso de España?

--El interés es reciente. En España se ha vivido una situación esquizofrénica en este sentido. El hecho de que las comunidades judías en España fueran poco numerosas e imperceptibles socialmente, creo que, durante el franquismo, por lo menos, propició un desinterés bastante escandaloso. Por ejemplo, en 1952, se estrenó una película, Amaya o los vascos en el siglo octavo , que probablemente sea lo más antisemita del siglo pasado y eso se hace con una impavidez absoluta.

--Usted ha vivido una evolución religiosa y política. En sus años jóvenes fue nacionalista y en los últimos años del PP.

--Yo dejé de ser nacionalista vasco a mis 18 años. Creo que coincidió con un fenómeno más generacional que personal en este caso. Los que en los 60 eramos nacionalistas, la gente de mi edad, en su inmensa mayoría, al final de la década no lo éramos y nos integramos en lo que eran los grupos de la izquierda española clandestina.

--Usted es un estudioso del nacionalismo. ¿Qué opina del Plan Ibarretxe?

--Es obvio que se trata de un plan nacionalista de signo secesionista y con dos rasgos que me gustaría destacar. Por una parte se trata de un plan presentado a despecho de lo que es la opinión de prácticamente la mitad de la población y en el caso de Alava de la mayoría. Pero por otra parte, es un plan nacionalista que va a contrapelo de la personalidad histórica de los distintos territorios vascos. Hay una ignorancia deliberada de lo que suponen las tradiciones de autogobierno foral en el País Vasco. Y no es democrático.

-- En este sentido, cree que puede haber una convivencia pacífica, si no existiera ese nacionalismo exacerbado.--Yo ya creo muy poquitas cosas. En el caso del País Vasco es cierto que hay una gravísima quiebra social y una innegable radicalización del nacionalismo en la última década. Es algo incluso previo a la reacción del llamado Espíritu de Ermua. Hay un acontecimiento clave y fue en 1993 cuando el nacionalismo vasco estuvo al borde de una ruptura interna violenta, después del asesinato por parte de ETA del sargento de Ertzaina y miembro histórico del PNV, Joseba Goikoetxea. Este proceso de radicalización ha seguido según el talante personal de los dirigentes nacionalistas; de una forma agria en Arzalluz y una más edulcorada en Ibarretxe o Imaz. Y creo que detrás de ello hay un grupo de asesores de Ibarretxe, que no proceden del nacionalismo sino de la izquierda y estos son los que han confeccionado el plan Ibarretxe.

--Usted es el director del Instituto Cervantes. 400 millones de hablantes nativos y un gran interés por el español. Un gran futuro.-- Los hablantes del español como segunda o tercera lengua están creciendo a un nivel sorprendente y la demanda de la enseñanza del español se ha disparado en países como el Extremo Oriente, el Pacífico o Europa Oriental.

--¿Qué mérito de ello tiene el Instituto Cervantes?