LUGAR DE NACIMIENTO ZARAGOZA, 1946

DEDICACION DOCTOR EN CIENCIAS ECONOMICAS, EJECUTIVO Y ACTUALMENTE EMPRESARIO. TAMBIEN HA SIDO PROFESOR DE UNIVERSIDAD

ANTERIORES OBRAS LITERARIAS ´PASADO IMPERFECTO´ (2002), ´ARAGONES, AL SERVICIO DE PEDRO EL GRANDE´ (2003)

LA ULTIMA NOVELA EN ´MALAWI´ (2004) (EDICIONES LIBERTARIAS) HAY VIDAS ENTRECRUZADAS DE VOLUNTARIOS, CAMPESINOS, MISIONEROS, BRUJOS Y GENTE NORMAL QUE AFRONTA LA AVENTURA DE SOBREVIVIR Y LA ENTREGA PERSONAL SOLIDARIA.

--En su novela Malawi en la que un grupo de amigos europeos de buen nivel sociocultural decide enrolarse o asomarse a aquel país africano, se percibe que bienestar no es sinónimo de felicidad.

--El hombre siempre, del mismo modo que asume un número determinado de riesgos, creo que aspira también a un grado de felicidad. Y la encuentra en función de su propia necesidad. En concreto. Vivimos en España, tenemos de todo y sin embargo siempre ansiamos más cosas, estamos preocupados por el día de mañana, por el trabajo, la estabilidad, No tenemos tiempo para nada y vivimos en un continuo querer más.

--Ese vivir sin cosas, incluso sin horizontes, del hombre africano, pero con una curiosa alegría de vivir, ¿no cree que nos interpela?

--Lo de esa alegría o felicidad creo que es la propia inconsciencia. Esa gente que está sonriendo igual no tiene para comer mañana. La primera preocupación de un padre español es el futuro de sus hijos. Allí los hijos son al revés, están para que el día de mañana trabajen para tí. Y no se preocupan ni de educarles. O sea, tienen otras escalas de valores.

--¿Se desmonta la teoría del buen salvaje?

--Bajo ningún concepto querría dar una imagen idílica de Malawi. Ni querría alabar su forma de entender la vida. En un momento de la novela digo algo políticamente incorrecto: Ustedes están así por su filosofía de la vida. Si fuera Nigeria diría otra cosa. Pero hablo de Malawi. No tienen nada, con lo cual no han ido a quitarles nada. Y si se están muriendo de hambre es porque tienen una falta de previsión, de concepto de la propiedad. Y digo: Demonios, tengamos cuidado, no sea que que queramos llevarles algún día algo de progreso y acabe con un estado anímico que les hace ser felices.

--Todos los misioneros se han preguntado alguna vez si es bueno o malo llevarles cosas

--Y se cae en la cuenta de que no se debe permitir que alguien se muera por no tener comida o forma de producirla. O que se muera de una enfermedad que aquí se cura con casi nada. Hay límites. Lo que quizá ocurre es que nos vemos muy ufanos con nuestro modelo que se ha demostrado que es eficaz en la producción de riqueza. Pero se ha demostrado que no es eficaz para repartirla. Entonces quizá tenemos todavía que trabajar en ese sentido y no sentirnos tan ufanos.

--Usted es economista ¿Cómo abordar el problema de un país como Malawi?

--Lo que he tenido muy claro allí es que hay que producir el excedente. Mientras no se tiene el primer excedente no hay nada que intercambiar, no hay mercado, el otro no puede producir otra cosa. La economía empieza por un libro de Adam Smith en el cual la riqueza viene de la división del trabajo. Y en estos países en los que sólo se vive para el autoconsumo no se puede progresar porque no se especializan en hacer otras cosas cada vez mejores. Esa ruptura puede empezar por ayudar a crear cooperativas, algo que produzca de cara al mercado.

--¿Que importancia tienen aquí las diferencias culturales?

--No son nada desdeñables. Nosotros, desde los griegos somos causales, mientras que ellos son mágicos. Y esa diferencia es la que les ha privado del progreso y de hacer ciencia. Con todo el respeto hacia las muchas cosas buenas que puede tener esa cultura, hay que saber que, desde luego, no es eficaz. Entonces, es bueno aportar el contenido de eficacia de que seamos capaces. Hablo no sólo de filosofía griega, sino del derecho romano, que tampoco lo han heredado, con su forma de entender la vida comunitaria, por ejemplo.

--En su libro, usted afirma: Nos sentimos con una obligación moral de apoyo, pero no obligados a una reparación penal ¿Podría explicarlo?

--Eso lo he puesto porque estoy harto de ver propaganda agresiva que intenta hacerme sentirme culpable de lo que soy y de lo que tengo. Hay que distinguir: Habrá casos o excepciones, pero no es que les hayamos quitado absolutamente nada. No tenemos que reponerles porque no fuimos allí a llevarnos esclavos ni a contaminar sus aguas. Pero, bueno, esa gente está así. Por tanto, existe esa obligación moral de ayudar.

--¿Queda alguna esperanza para Africa?

--Cada día uno oye decir que los países ricos cada vez lo son más y que los pobres son cada vez más pobres. Y es cierto. Pero hace 40 años, cuando empezó a hablarse de la ecología, la gente sonreía escéptica diciendo: qué tontería. Y hoy por hoy, salvo desgraciadas excepciones, la inmensa mayoría del mundo es ecologista y ha visto que eso es incluso rentable. Creo que con la solidaridad va a pasar lo mismo. Era una cosa que parecía rara. Y se está imponiendo con una fuerza arrolladora. Lo que falta es encontrar modelos prácticos para introducir elementos éticos en en el concepto de calidad de vida. Queda bastante por hacer, pero estamos en el buen camino.