Ha cosechado grandes loas por parte de importantes escritores. Jorge Franco (Medellín, 1972) ha sido recientemente premiado con el Alfaguara 2014.

--Ganador del premio Alfaguara 2014, la edición a la que más escritores se han presentado. ¿Cómo lo afronta?

--Recibí la noticia con mucha sorpresa. No me lo esperaba precisamente por el alto número de participantes. Siempre he sido pesimista con esto de los premios... lo veía difícil. He sido jurado de premio y sé que en el fallo final se mueven muchas cosas, tiene que haber una química entre el libro y el jurado.

--García Márquez elogió su labor como autor. ¿Le produce vértigo esta alabanza?

--Fueron unas palabras que me alegraron mucho, me dieron confianza y seguridad. Pero decidí que era una frase para gozarla y olvidarla. No quería comprometer mi trabajo con el peso de esta frase. La tengo guardada como parte de mi biografía.

--¿Qué despertó su atención por Diego Echavarría, personaje central de su novela?

--Tiene mucho que ver con mi infancia. Era vecino mío, él vivía en un castillo, se transportaba en limusina... sin embargo, era un hombre muy comprometido con la cultura. En 1971 fue secuestrado y asesinado de una forma muy violenta. Eso género un estupor inmenso en los niños del barrio. Medellín había dejado de ser la ciudad idílica. Esa historia permaneció en mi recuerdo durante décadas, hasta que hace cinco años comencé a escribir este libro.

--Pero, ¿qué ha ocurrido en Medellín para tal cambio en las últimas décadas?

--Medellín sufrió una transformación muy radical con la aparición del narcotráfico. Cambio el modo de vivir y empezó a predominar el miedo. Creo que el principal problema radica en el poder corruptor del dinero. Esta tendencia tiene un punto de inflexión con la muerte de Escobar (Pablo, político y narcotraficante muy popular a finales del los 80). A partir de ese momento, la sociedad comienza a reflexionar sobre lo sucedido. Hoy en día, esos jóvenes que causaban violencia y que también eran víctimas de ella, gozan de espacios para poder dar rienda suelta para sus inquietudes y donde plasmar su inconformismo. De todas formas, hay una tarea pendiente que es eliminar la idea del dinero fácil. Hay que acabar con la mentalidad de conseguir dinero de una forma violenta y rápida. Es una cuestión de ética.

--Algunas de sus anteriores novelas, como Rosario Tijeras o Paraíso Travel han sido llevadas al cine. ¿Tiene idea de llevar este nuevo trabajo a la gran pantalla?

--Yo todavía no la veo. Pero hay que tener disposición para mirarla porque escribo en términos estrictamente literarios. Aún es una novela reciente, la tengo muy fresca en la memoria como un trabajo literario. Tal vez en algún momento llegue alguien que tenga esa mirada más aguda y descontaminada de la que tengo yo y me demuestre que es posible llevarla al cine. No me cierro puertas.

--Hablando de cine, es admirador de Pedro Almodóvar.

--Sí. Es muy diferente a mí, pero compartimos algo en común: creo que sentimos una devoción muy fuerte por el universo femenino. Nos gusta la creación de personajes femeninos fuertes. Esta novela es la primera que tiene una presencia masculina tan contundente. Anteriormente, mis novelas giraban en torno a mujeres.