LUGAR Y AÑO DE NACIMIENTO MADRID, 1923

ALGUNAS OBRAS ´EL LARGO VIAJE´, AUTOBIOGRAFIA DE FEDERICO SANCHEZ´ (PREMIO PLANETA 1977), AMBAS ESCRITAS INICIALMENTE EN FRANCES. ´VEINTE AÑOS Y UN DIA´ (DIRECTAMENTE EN CASTELLANO).

CARGOS FUE MINISTRO DE CULTURA

El pasado deja huellas que el tiempo no puede borrar. Es el caso de Jorge Semprún, escritor y exministro de Cultura con Felipe González, entre julio de 1988 y marzo de 1991. Su estancia en el campo de concentración nazi de Buchenwald y su militancia clandestina en el PCE le impiden ir a cualquier parte sin vigilar si alguien le sigue. "Es absurdo, pero no puedo evitarlo", confiesa.

A sus 80 años, el que fuera Federico Sánchez durante el franquismo, afirma que es imposible vivir sin escribir. "Estoy en una fase deliciosa de dudar entre varios libros; veremos cuál se impone".

--¿Hubiera sido escritor sin su experiencia en Buchenwald?

--Sí, pero no como soy ahora. El Semprún autor es consecuencia de la experiencia en ese campo.

--Vivencias que usted recrea.

--Bueno, cada libro me trae cosas que había olvidado, recuerdos que he censurado por razones de autodefensa psicológica.

--¿Dirige sus libros a un tipo de lector determinado?

--A veces pienso en un lector concreto, porque me interesaría que tal persona leyera y pensara. Pero suelo imaginar a un lector abstracto.

--¿A qué lector se dirige?

--A uno joven. En Francia recibo cartas todos los días, generalmente de mujeres. Las cartas, al principio, solían ser de hijas de deportados que decían más o menos esto: ´Mi padre estuvo deportado en tal sitio, pero nunca nos explicó nada; he leído su libro y ahora sé lo que mi padre no ha podido contar´. El final de la carta podía tener dos variantes: ´Le he llevado su libro a mi padre y desde entonces me habla de su experiencia´, o bien, ´Mi padre ha muerto; hábleme en su nombre´.

--Y ahora, ¿cómo son las cartas?

--Proceden de estudiantes que leen mis libros por sugerencia de sus profesores. O sea, que la motivación es más literaria.

--Usted escribe en francés y en castellano, ¿en qué idioma sueña?

--Depende de donde esté, pero intento defenderme de mis sueños. A veces me despierto por la noche y pienso que lo que acabo de soñar puede significa muchas cosas y que debo recordarlo, pero por la mañana lo he olvidado todo.

--La actual ministra de Cultura quiere instaurar un sistema de excepción cultural. ¿Qué opina?

--Cuando era ministro, me opuse, con Jacques Lang, mi homólogo francés, a una resolución alemana que consistía en una liberalización por la cual los objetos artísticos podían circular como máquinas de coser. Eso significaba que cualquiera con un talonario podía comprar cuadros de El Greco de los conventos españoles. Ese fue el comienzo de la excepcionalidad, pero los bienes culturales no pueden estar en la Organización Mundial del Comercio.

--Ha participado en política en dos situaciones distintas: en la clandestinidad, con los comunistas, y en el poder, en un Gobierno socialista.

--Sí, pero tuve más poder como miembro del PCE en la clandestinidad que como ministro de Cultura.

--Explíquese.

--En Cultura tenía un poder limitado por el presupuesto y porque sabía que no iba a durar mucho en el cargo. Era un compromiso con Felipe González y, por fortuna, Alfonso Guerra se interpuso para que ese tiempo se acortara.

--¿Puede recordar qué ocurrió?

--Guerra es una persona que cree tener opiniones culturales. La última provocación post mortem de Dalí fue legar toda su obra al Estado español y yo, como ministro de Cultura, era su heredero. En su funeral le dije a Pujol: ´No voy a aplicar el testamento de Dalí; es imposible que Madrid se lleve toda su obra´. Y Pujol me miró con esa cara de campesino desconfiado, pero encantado. Hicimos una rueda de prensa y lo anunciamos. El mismo día que volví a mi despacho, Guerra me llamó y me dijo: ´Así que nos bajamos los pantalones ante los catalanes´.

-¿Y usted qué le respondió?

--Le dije: ´No entiendes nada de lo que pasa en este país, Alfonso´. Y le colgué el teléfono.