El psicólogo y político José Francisco Mendi (Zaragoza, 1961) presentó ayer el resultado de su primera incursión en el género de la ficción, El apalabrista. Una novela de humor que relata la historia de un político que accede temporalmente al mando de la ciudad durante el fin de semana más cálido del año.

--¿Cómo nace esta novela?

--Tenía la necesidad de trasladar a un escenario nuevo lo que es la propia necesidad de escribir porque siempre me he movido en el terreno de la política, los artículos etc. Me apetecía poder escribir un género con el que nos lo pasáramos bien, aprendiéramos --incluso yo mismo-- y también era un reto.

--Habla en la novela del bombardeo del Pilar del que se cumplen 80 años...

--Tenía cierta preocupación por mantener la sonrisa y al mismo tiempo hablar de episodios históricos, e incluso tragedias, como la guerra civil, y es difícil tratarlas con humor. Pero quería que dejaran un cierto poso en el lector de pensar "¿Pero qué pasó?". Hablé con historiadores y me ha asombrado que en el 2016, ochenta años más tarde, sigue sin estar claro. Tenemos un pequeño cadáver en nuestro armario los aragoneses en el Pilar. Me quedo con que la realidad histórica es tan absurda a veces necesita la lógica de la ficción. Es tan absurdo que ni la Iglesia se atreve a decir que fue un milagro. Es un capítulo no resuelto, es alucinante.

--En la novela se conjugan, pues, ficción y realidad.

--Le he puesto ciertas dosis de historia real y comprobada, así que queda desapercibido lo que puede ser verdad o no hasta tal punto que el capítulo del bombardeo para mí la explicación que se da en el libro es mucho más lógica que lo que pasó probablemente. Es una novela de ficción pero todo lo que cuenta es verdad salvo algunas cosillas.

--¿Que el libro se base en el imaginario aragonés puede impedir que guste fuera?

--Para mí el peso de la novela es el humor, el juego de las palabras. Uno cuando hace una cosa por primera vez necesita una cierta seguridad y los escenarios los necesitaba cercanos y controlados para desenvolverme en el fondo. Hay pequeñas partes que quizá no sean muy generalizables fuera de la comunidad pero el humor del juego de palabras me parece que es humor español, mediterráneo, latino. No aspiraba a hacer novela universal sino sonrisas universales. Me parece difícil hacer una novela que mantenga la sonrisa. Creo que hay poca novela de humor, la estrella es el suspense pero el humor lo necesitamos mucho.

--Fulgencio es un político de tercera fila, ¿se ha inspirado en alguien?

--No, he intentado evitar el color político precisamente porque uno tiene su historia vinculada a la izquierda y quería rehuir de cualquier reivindicación. Yo estoy en el libro pero creo que lo suficientemente troceado que no soy reconocible salvo por mí mismo. Lo importante no era el político, la novela tenía que imponerse al político. He querido reivindicar una política de la derecha honrada, precisamente por alejarme de mi ámbito de la izquierda progresista. La novela es una forma de reivindicar a la derecha y a la vez de darle un bofetón tremendo.

--También hay crítica social...

--Sí, aunque lo importante es el humor, el fondo, pero por ejemplo hay crítica a la Iglesia porque el protagonista, como yo, se educó en un colegio lleno de curas obesos de amargura y obsesos de represión. Hay reivindicación de la igualdad también. Juego con muchas cosas pero sobre todo reivindico el humor blanco. Es un libro con mucho humor propio.