«José Luis era un hombre y un actor muy delicado, un dandy, elegante en formas y en su manera de hablar y actuar. Una persona que tenía además una gran curiosidad y eso te ayudaba en la construcción de personajes y en el enriquecimiento de la escena». Así definía ayer Carlos Martín, director de Teatro del Temple, al gran actor aragonés José Luis Pellicena, que falleció el jueves, a los 85 años, mientras estaba ingresado en un hospital madrileño a causa de un infarto.

Pellicena trabajó con el Temple en Goya, en el año 1997, en la gira que llevó la obra por Latinoamérica. «Fue paradójico pues en España el papel de Goya lo interpretó Sancho Gracia, un hombre fornido, y para la gira latina lo hizo José Luis, más delgadito, pero que construyó un Goya fabuloso», recuerda Carlos Martín, quien habla de Pellicena con la devoción hacia un maestro: «era muy sutil trabajando y conseguía hacer el silencio en el teatro bajando él la voz», pone como ejemplo.

Pellicena nació en Zaragoza el 2 de marzo de 1933, ciudad en la que estudió Bachillerato y comenzó la carrera de Medicina, pero en 1954, falleció su madre, algo «terrible» para él, y se le hizo imposible seguir viviendo en su ciudad. Así, se marchó a París, donde trabajó durante un año en una fábrica de pergamino para lámparas, y a su vuelta a Zaragoza, y tras asistir a una representación de la compañía Lope de Vega, que dirigía José Tamayo, en el Teatro Principal vio en aquella profesión su «vía de escape» y se enroló en una gira. «No tenía ni la más mínima vocación; solo quería fugarme», recordaba en una entrevista en la revista de Aisge, asociación de intérpretes a la que pertenecía.

AUTODIDACTA

Así, de vocación tardía y totalmente autodidacta -«jamás pisé una escuela de interpretación»-, su primer papel fue en Diálogo de Carmelitas. En 1957 conoció interpretando el primer papel importante de su carrera, El diario de Ana Frank, a la argentina Olga Moliterno, su pareja hasta su fallecimiento, en 2004, la persona que le ayudó a preparar muchos de los papeles que interpretó.

En 1966 entró a formar parte de la compañía titular del Teatro Español de Madrid, donde interpretó durante cinco años grandes personajes como el Cid, el Tenorio, Salieri o el Burlador de Sevilla y a autores como Shakespeare, Valle Inclán, Lope de Vega o Cervantes.

Con Yerma, de García Lorca, giró durante cinco años por teatros de España, Europa y América y en 1985 entró a formar parte de la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC). Entre sus personajes más importantes destacan el don Juan Manuel de Montenegro del montaje de José Carlos Plaza de Comedias Bárbaras (1991), el Sade de la versión de Miguel Narros de Marat-Sade (2000) o el de la reina Isabel I de Inglaterra en Contradanza (1990), el papel del que se sentía más orgulloso.

Aunque su carrera estuvo siempre ligada al teatro, también hizo cine, con películas como Usted puede ser un asesino, Siempre es domingo o En septiembre, de Jaime de Armiñán. Además, pasó por los estudios de TVE donde hizo para Estudio 1 numerosas obras que lo hicieron muy popular en los 70 y los 80 y también participó en series como A través de la niebla, Daisy Miller o Stop y capítulos de Usted puede ser un asesino. En los años 90 hizo para ese medio El Quijote,

Obtuvo numerosos premios a nivel nacional, y tampoco su tierra lo olvidó. En 1999 fue nombrado Hijo Predilecto de la Ciudad de Zaragoza y en 2015 recibió el Premio de Honor de las Artes Escénicas Aragonesas que entrega la asociación Ares, un momento que Carlos Martín recuerda como «emocionante para nosotros y para él, pues se reencontraba con su ciudad y con su gente. La verdad es que al mundo teatral aragonés nos quería mucho, y a su tierra también», concluye Carlos Martín.