Con el título El camino de Krazy Kat hacia el viejo Possum, José María Conget fue el encargado ayer de clausurar el Congreso Internacional de Estudios Interdisciplinares sobre Cómic que se trasladó a la Facultad de Educación de la Universidad de Zaragoza. «¿Creéis que es un título muy raro para una conferencia?», empezó su alocución Conget, presentado por Antonio Altarriba, quien precisamente abrió la cita el pasado martes, para continuar centrando su intervención: «En realidad, esta conferencia se iba a titular Vivir el pan con chocolate, que no es otra cosa que el título de un artículo que publicó hace 35 años en El País Juan Benet». En él, explicó Conget, el autor indicaba que la merienda de pan con chocolate de su época se había convertido en la lectura de tebeos que «era una cosa de niños porque cuando uno es mayor se tiene que olvidar de estas cosas». El artículo, razonó Conget, levantó mucha polémica y le sirvió al escritor aragonés para abordar ese eterno debate de los cómics frente a la alta cultura. «Tiene antepasados muy nobles, ¿cómo te puedes meter con los cómics? A lo largo de la historia -insistió Conget- ha habido una tendencia a contar historias con ilustraciones lo que avala el propio género en sí».

ARTE REAL / Conget hizo hincapie en el libro Las siete artes vivaces que vio la luz en la década de los años 20 en el siglo XX. «En él se defiende como arte real lo que se ninguneaba como el jazz, las comedias de Chaplin, la canción popular... y le dedicaba dos capítulos al cómic». En ellos , se indicaba que el cómic «reflejaba la realidad del país (Estados Unidos) mejor que los novelistas y daban una imagen correcta de esa «bonanza llena de frivolidad que encerraban los años 20». La obra no daba tregua y, aunque reconocía que había series de cómics mediocres «no eran más que las novelas malas que también había».

En el segundo capítulo de ese libro, se hablaba de Krazy Kat, «una de las obras de arte más fascinantes y hermosas que se publican en Estados Unidos», señaló Conget.

En defensa de que el cómic no tiene por qué ser considerado un producto de menos valor cultural que cualquier arte, Conget también habló de Picasso, «artista que él mismo se sorprendía de no haber dibujado nunca un cómic aunque aquí habría que apuntar que quizá algunos grabados lo eran. Los pintores de la época tuvieron mucha inspiración en los cómics». Y es que, «no son pocos los que dicen que han sido una influencia para el dadaísmo y el surrealismo».

Fue la última charla del Congreso del Cómic por el que han pasado más de 70 expertos de hasta cinco países y que ayer también tuvo un hueco para la Asociación Aragonesa de Autores de Cómics cuya actividad presentaron dos de sus miembros, Daniel Viñuales y el dibujante de El jueves, José Antonio Bernal. Ambos señalaron que el Gobierno de Aragón seguirá apoyando su presencia en el Salón de Barcelona y la creación del Salón del Cómic de Jaca.