Una historia de amor a través del tiempo, reivindicaciones y cambios. Son algunos de los elementos de El mejor lugar (Comuniter), la última novela de José María Royo. El escritor de otros títulos como Profesiones de futuro explica cómo surgió la idea que acabó desembocando en esta historia. «La idea surge de una reflexión que lleva años dando vueltas a mi cabeza: España ha vivido unos momentos apasionantes desde los últimos tiempos del franquismo hasta las manifestaciones del 15M. Durante la Transición hubo que hacer muchas cosas y se hicieron, pero yo creo que el logro más importante es el cambio de la mentalidad de los españoles. Pasaron de un mentalidad llena de prejuicios a ser uno de los países más tolerantes del mundo. A mis padres o mis abuelos el pensar que se podrían casar hombres con hombres o mujeres con mujeres les parecería demasiado». En este sentido añade: «Estoy convencido de que en ese cambio han tenido un papel enorme las mujeres, que con un sensibilidad diferente nos han ayudado a dar ese paso».

Royo define su libro como «una historia de amor verdaderamente desesperada, que nace en los estertores del franquismo y acaba en las manifestaciones del 15M». Así, esa pareja va a pasar por momentos históricos como la Transición, el 23-F, el cambio democrático, el ingreso en Europa, el crecimiento del neoliberalismo en todo el mundo o la desigualdad social. «Ellos van a ir envejeciendo en ese recorrido histórico. En cierto modo modo es una crónica periodística, porque he vivido todo eso, pero tiene un defecto para ser un crónica periodística porque me permito opinar», expresa.

En este sentido, Royo explica cómo le ha influido el hecho de haberse dedicado durante años al periodismo para acabar escribiendo esta novela: «El periodismo y la literatura tienen su relación casi desde sus inicios. Yo me hice periodista porque me gustaba escribir, y he dedicado casi toda mi vida al periodismo. Si tuviera que decir algo sobre cómo me ha influido el periodismo diría dos cosas importantes: Lo primero que me ha ayudado a perder el miedo al folio en blanco, cuando en la redacción te están apresurando para terminar un texto, ese miedo lo superas. Y luego me ha servido para entender que no podemos aburrir a la gente, tenemos que engancharlos para que no dejen el artículo al primer párrafo».

Por eso, el escritor reconoce que aunque «todos los personajes tienen una parte» de él, él se identifica con el narrador de la historia: «Me parece que es algo inevitable, que todos los personajes tienen parte de su autor, o por lo menos de su punto de vista. Si tuviera que identificarme con alguno sería con el narrador al que el protagonista le cuenta su historia, porque como narrador su tarea es la de filtrar lo que le dicen, es inevitable y es lo que hacemos los periodistas», concluye.