Mucho antes de convertirse en presidente de Uruguay, cuando aún era guerrillero, José Mujica pasó más de una década encerrado por la dictadura militar en una sucesión de celdas oscuras, completamente aislado y sistemáticamente maltratado. «¿Cómo se sobrevive a eso? No sé si hay fórmulas», afirma en la Mostra, donde participa en la presentación de la película que rememora esa experiencia, La noche de 12 años. «Yo sobreviví caminando, y haciendo dibujos que canjeaba por tabaco. Cuando salí de prisión, los psiquiatras previeron que me volvería loco. Quizá lo esté un poco, no sé».

Confiesa que inicialmente se mostró reticente a implicarse en la producción del filme, que dirige su compatriota Álvaro Brechner. «La naturaleza nos puso los ojos hacia adelante, y hay cuentas que no las paga nadie ni se deben intentar cobrar. Porque de lo contrario es imposible mirar al mañana». Si esa máxima es aplicable a las pugnas en las que vive inmersa la sociedad española al respecto de la memoria histórica es algo que no especifica: «En muchos aspectos España sigue siendo una sociedad feudal».

Y CON KUSTURICA/ Apenas han pasado tres semanas desde que renunció a su escaño de senador para centrarse en la militancia y en su condición de símbolo para la izquierda. «Con el tiempo aparecen la fatiga y el hastío, y llegas a sentir que estorbas, y que haces sombra como un árbol viejo». Al parecer intentó pagarse él mismo el viaje, pese a que es una de las estrellas del festival: también presenta el documental El Pepe, una vida suprema, dirigido por Emir Kusturica. «Durante mis años de cautiverio estaba contento cada noche que podía dormir en un colchón, o cada vez que podía beber un vaso de agua, o que podía orinar», comenta sobre su aversión al lujo. «Se nos enseña que triunfar en la vida es ser rico, pero no es eso. Triunfar es ser capaz de levantarte cada vez que te caes».