-Protagoniza un monólogo muy especial en un año muy especial...

-Sí, es muy especial no solo con un objetivo dramático profesional sino que tiene que ver también con que para mí incluye algo personal. Esto lo escribió alguien a quien tuve el privilegio y la suerte de conocer, incluso puedo presumir de haber disfrutado de su amistad. Es un texto extremadamente delicado donde se cuenta el proceso de la enfermedad y la muerte de la mujer de Miguel Delibes en un canto del dolor esperanzado a través del amor. Es algo bellísimo.

-¿Conocer tanto a Delibes le ha ayudado a la hora de preparar el papel?

-Ayudar no es la palabra porque el texto me coloca en una situación… A ver, Miguel quiso proteger su intimidad y en la novela él no es un escritor que se llama Miguel Delibes sino que es un pintor que se llama Nicolás y yo tengo que representar a un pintor que se llama Nicolás y dices unas cosas sabiendo que esas cosas le pasaron a mi amigo Miguel Delibes. Es un juego apasionante y muy interesante de hacer porque yo obedezco las instrucciones del texto pero todo está impregnado de la memoria de este hombre extraordinario. Miguel Delibes no era simplemente un gran escritor que lo era, era una inmensa persona.

-Es, sin duda, un texto clave para conocer a Miguel Delibes según dicen los expertos.

-Es fundamental. Al margen de los valores propios que tenía Ángeles, era el complemento perfecto para un hombre como Miguel, sin duda.

-Esta Señora de rojo sobre fondo gris

-No tan lejana, oye, que hay por ahí todavía coletazos… Vuelve a oler al sobaco de los grises de entonces. Hoy hay una cierta amenaza, confío que solo sea eso, pero ahí se oyen, como decía Machado, ‘A distinguir me paro las voces de los ecos’. Vuelven ecos siniestros de totalitarismos, de patrias y cosas, dioses y hostias…

—¿Es entonces cuando la cultura es más necesaria?

-Siempre conviene, sobre todo la educación empezando por la escuela, y luego ya alcanzar la cultura es ya un privilegio pero que duda cabe que la base de todo, el pan de cada día, es la educación.

-Volviendo a lo de antes, asustan ciertas tendencias que se tratan de imponer hoy, ¿no cree?¿Qué puede hacer el ciudadano de a pie?

-No, no, el ciudadano de a pie es el que los ha puesto ahí, perdona. Son los que han votado y seguirán votando eso, cuidado. Tenemos que reflexionar que ellos nos representan, que no han venido de una nave espacial ni los unos ni los otros, la improcedencia de la izquierda es verdaderamente estrepitosa. Pero vamos a hablar de Miguel Delibes y de la obra mejor, ¿no?

-Delibes decía que nunca hay que dejar de aprender. ¿Se siente identificado con esa máxima?

-Aprender a mirar es lo que Miguel nos enseñaba, a mirar y a mirarnos. Hay algo muy importante en la mirada de Miguel que desde mi punto de vista remite a gente como Machado. Son maestros con los que a su lado uno era mejor.

-Este año, Miguel Delibes hubiera cumplido 100 años, ¿es el momento ideal para reividicarlo en todas partes?

-El motivo no debería ser una fecha u otra sino el interés por su obra, leerle y leerle. En el caso de Delibes su obra es tan asequible, cercana y al mismo tiempo tan profunda y que nos cuenta tantas cosas de verdad, que resulta imprescindible.

-Llega a Zaragoza en estos días inciertos con el aforo, reducido eso sí, pero completo. ¿Siente que la gente le quiere allá donde actúa?

-¡Claro! Llevo más de 60 años en esto y presumo de contar con la fidelidad de un buen número de personas suficiente como para interesarse por mi trabajo. Antes que esta obra hice Muñeca de porcelana de Mamet y cuento con la fidelidad de la gente y se lo agradezco. Pero esto es indudablemente una suma de hechos y aquí no cabe duda de que el texto de Miguel Delibes aumenta el interés del espectador.

-Lleva efectivamente una extensa trayectoria, ¿no se cansa de actuar?

-Uno no se cansa de actuar... bueno, hay veces en que sí que es cuando la madre naturaleza te dice algo. Ahora ya llevo peor los rodajes de noche, los fríos de los inviernos, los calores del verano… pero es una suerte y un privilegio llevar más de 60 años y que mi vida y mi trabajo sigan yendo de la mano. Eso no lo puede decir cualquiera y lo agradezco, lo celebro y lo hago público cada día.

-¿Tiene ganas de más?

-Sí, seguiré mientras el cuerpo aguante. No quiero espectáculos patéticos, no, pero mientras pueda seguir dando de sí, en definitiva, mientras pueda seguir jugando, seguiré actuando.

-¿Son tiempos duros para la cultura?

-Son tiempos duros para todos pero la cultura es frágil por naturaleza. Lo que sí es cierto y aprovecho la ocasión para hacerlo público, es que la gente acude. Me lo comentan algunos compañeros, la gente, dentro de las limitaciones, está respondiendo, y eso es una buena noticia.