Se estrenó hace más de tres décadas y volvió a los escenarios hace seis años. Ñaque (o de piojos y de actores), de José Sanchis Sinisterra, llega este fin de semana al Teatro de las Esquinas --hoy, a las 21.00 horas--, de la mano de Metamorfosis Teatro y la codirección del aragonés Carlos Martín (director de Teatro del Temple).

--¿Qué cambios va a encontrar el espectador en este Ñaque?

--Esta vez ha trabajado con los actores solo Carlos Martín, pero por lo que me cuenta, el aporte fundamental, aparte de lo que haya podido mejorar en experiencia propiamente teatral, son los seis años más de vida que cargan sobre las espaldas y eso parece que no pero y en gente tan combativa como Alberto y Yiyo, los actores, supone darles intensidad a los personajes, darles el peso del tiempo. Además, mis personajes son unos viajeros del tiempo puesto que han llegado aquí desde el siglo XVI. Estos seis añitos le han dado a la obra más densidad, más complejidad... sin perder el humor y la ligereza que está en el texto y en estos actores tan vivaces.

--¿Qué aportan Yiyo Alonso y Juan Alberto López a la obra?

--Bueno, el trabajo que hicimos Carlos Martín y yo cuando lo montamos hace seis años era justamente a partir de ellos, de su estilo, de su personalidad, de su forma de entender el teatro... Y eso teniendo en cuenta que ellos en cierto modo eran muy ñaque, es decir, son dos actores, que van de aquí para allá, hombre no tienen piojos como los personajes (risas), pero sí que hay una afinidad que quizá con los actores con los que lo monté cuando lo escribí no tenían porque eran muy jóvenes y tenían menos camino andado. Para mí fue un placer trabajar con ellos porque verdaderamente entendían desde dentro esa precariedad de los cómicos, de la vida trashumante ... Además está el hecho de haber codirigido con Carlos, que fue una experiencia muy rica, no es frecuente que dos directores se asocien, se complementen y se lleven bien...

--¿Qué tiene este texto para que siga vigente treintaitantos años después ?

--La verdad es yo también me lo pregunto porque otras obras mías parecen tener vocación de supervivientes como ¡Ay Carmela , que se entiende más porque toca temas que están en el imaginario de mucha gente; y en cambio, el tema de Ñaque parecería más histórico abstracto en la medida que son cómicos de la legua del siglo de oro. Pero no sé, su supervivencia en el tiempo depende fundamentalmente de los actores porque son de hoy y lo están viviendo hoy. Cuando la obra empezó a salir del circuito de festivales, donde el público era preferentemente gente de teatro donde era comprensible que se identificaran con ellos, cuando empezó a salir a públicos obreros y campesinos y de otros países europeos y de América latina, empecé a pensar que la obra trataba de no del teatro popular del siglo de oro sino de la precariedad del ser humano, de ese carácter de ser frágil que tiene que estar cambiando de horizonte para sobrevivir.

--Hablaba de Ñaque como de una reflexión del oficio de actor. Las cosas no están nada bien...

--Igual pronto empiezan a criar piojos, como sigamos con estas políticas tan generosas de los responsables de la cultura. Cuando la obra empezó a girar por públicos obreros en los años 80 por lo que se llamaba el cinturón rojo de Barcelona -- ciudades donde la población era obrera inmigrante--, en una ocasión en la que yo fui a ver el espectáculo, casi me disculpé con el público al final de la obra, diciendo bueno, no sé si os habrá interesado este mundo de los cómicos... y un señor que estaba allí con su mujer me dijo... 'Qué cómicos ni que leches, esos somos nosotros, que andamos siempre por ahí para buscarnos la vida'. Quizá hay públicos que captan que cómicos errantes somos muchos, no solos los que viven del teatro.

--El público es esencial...

-- Se convierte en el tercer personaje. Ríos y Solano están permanentemente interpelando al público, preguntándose por el público, intentando entender qué pasa, qué piensan... y eso me imagino que hace que cada función sea única y distinta.

--¿Qué tal funciona su laboratorio, Nuevo Teatro Fronterizo?

--La Corsetería es el nombre del local. Está funcionando con graves dificultades económicas pero con enorme capital humano. La gente viene, participa y se está creando una extraña tribu de corseteros; y eso en una época en que se está perdiendo la solidaridad y la empatía, es muy estimulante y gratificante. Eso es lo que nos hace resistir al pequeño equipo que está gestionando el proyecto.