--Después de Pálido monstruo, recupera de nuevo a Martina de Santo. ¿Cómo acaba Martina inmiscuida en el oro de los jíbaros?

--En esta sexta entrega, encontramos una Martina un poco más madura, cercana a los 40 años. La novela transcurre en el tiempo actual, con todos los adelantos técnicos, científicos y de comunicación, pero ella sigue siendo la misma detective intrépida, nacida para la solución del crimen, no así tanto para los sentimientos humanos. Aunque aquí está viviendo un peculiar romance con un antropólogo español especializado en las tribus amazónicas y ese va a ser un poco el arranque de la novela. Gracias al antropólogo vamos a conocer a las tribus amazónicas y una de ellas, los jíbaros, es la que va a centrar rápidamente el enigma de la acción.

--¿Quién es Alfonso Graña en cuyos episodios se basan algunas partes de esta novela?

--Todas las novelas tienen un punto de inspiración, nacen de algún lugar y esta nace de dos relámpagos que me iluminaron. Uno es la vida muy desconocida de un héroe español, un colono, Alfonso Graña, gallego, que a finales del siglo XIX emigró a Brasil. Fue cauchero, buscador de oro y fue capturado por los jíbaros en la década de los 20 del siglo XX. Sin embargo, tuvo la habilidad para sobrevivir, de casarse con una princesa jíbara y llegar a ser un gran defensor de las comunidades indígenas hasta llegar a ser conocido como Alfonso I de Amazonia, el rey de los jíbaros. Es un personaje extraordinario y muy desconocido que en principio yo investigué para otras tareas y que luego me ha servido de inspiración y lo he adaptado a la novela. He hecho una adaptación muy libre de algunos de sus episodios. Y luego hubo otro punto de inspiración que fue el moderno tráfico de cabezas jíbaras.

--¿Existe ese tráfico?

--Es un hecho que se ha producido en los últimos años en algunos puntos de Suramérica. Hay un coleccionismo muy siniestro de gente dispuesta a pagar, ya no por una mano de orangután o un colmillo de marfil, sino por una cabeza humana reducida según la chancha, que es la ceremonia jíbara con las propiedas espirituales y misteriosas que tiene. Con todo esto he construido una novela de acción y policiaca con un enigma porque casi todos mis novelas se basan en un enigma.

--¿Es una novela más de género que Pálido monstruo?

--Sin duda. Soy un escritor muy bipolar en ese sentido. Por una parte construyo novelas populares en el género de intriga y, por otra parte, doy rienda suelta a un contenido más literario y artístico en otro tipo de novelas que va por otros cauces como Pálido monstruo. Pero la serie de Martina de Santo es una serie para la gente, para los lectores, para disfrutar de una lectura rápida, con ritmo, intensidad y con elementos culturales, que los hay. Me baso mucho en las civilizaciones antiguas y en las viejas religiones, me fascina la antropología. Todo eso enriquece los textos, pero al final es una novela de detectives donde uno se la juega contra la inteligencia del lector que tiene que actuar como detective en la sombra, con los mismos argumentos y posibilidades que la propia detectiva. Yo disfruto enormemente escribiendo estas novelas. Por eso, cuando uno de mis maestros, Noah Gordon, ha saludado mi trabajo como el de una fiesta, es la palabra que define absolutamente la actividad que supone para mí estas novelas. Son una fiesta y espero que lo sea para los lectores.

--¿La clave es que el lector disfrute?

--Por supuesto. Quiero que disfrute mucho. Que cuando coja el libro, realmente los jíbaros con sus misterios le atrapen, no le dejen descansar hasta que concluya la novela y, al mismo tiempo, le guste la estructura de la novela, cómo está desarrollada, cómo los personajes aparecen, cómo hablan, por qué van al Alto Marañón, por qué de pronto aparece Belice... Esta novela está ambientada sobre todo en Madrid, en las islas de Belice, y en la zona jíbara, que es la zona fronteriza entre Ecuador y Perú.

--¿Qué supone que Ediciones B vaya a reeditar próximamente todas las novelas de Martina de Santo?

--Una gran ilusión y el premio a la constancia. Es muy difícil que las novelas aguanten al paso del tiempo, pero cuando se crea un personaje con vocación de pervivencia como es esta peculiar Martina, pues la gente realmente se va aficionando a él, va conociendo su psicología, su forma de ser, sus rarezas, sus iluminaciones, y al mismo tiempo va disfrutando con sus aventuras porque son de una manera especial. Todas tienen unas características parecidas, son casos muy extraños, muy poco normales, con siempre un componente raro, sacrifical, mágico... Hay un elemento fantástico raro que amplía mucho la dimensión de los lectores y que me evita tener que utilizar la violencia gratuita porque no necesito motosierras ni psicópatas, afortunadamente. Me basta con un enigma, un misterio y con tratar de llegar a su solución.

--¿Cree que El oro de los jíbaros es la mejor novela de Martina de Santo?

--Técnicamente es la mejor. Estoy muy satisfecho de su ritmo, de la resolución, del juego de escenarios, es una novela que está muy bien trabada. Es tremendamente dinámica y hay contenido. Esas son las grandes claves de mi forma de entender la novela popular ya que tengo que llegar a toda la gente. Estoy muy contento porque, además, no desmerece literariamente. Pero es una novela para la gente y para el disfrute de la gente.