Tras la muerte de sus padres, la joven Irene Bellvent se pone al frente del hospital al que sus padres dedicaron la vida. Pero las leyes conspiran en su contra porque al ser mujer se la considera incapaz. Juan Francisco Ferrándiz viaja a la Valencia de 1486 en su segunda novela, La llama de la sabiduría.

--"¿Tienen alma las mujeres?". Así comienza La llama de la sabiduría (Grijalbo). ¿Era necesario hacer la pregunta?

-- En realidad yo no pretendo contestarla porque me parece absurda pero lo interesante es cómo hemos llegado a esa pregunta. Es un descubrimiento personal que he querido plasmar en el libro después de haber visto que en la filosofía, la religión, la mitología, el ámbito femenino estaba muy presente. Ese debate está enlazado con el arquetipo patriarcal que tenemos todos inserto desde la época de los griegos y que nadie ha sido capaz de alterar. Sí que es cierto que la mujer en derechos ha ganado mucho sobre todo en este último siglo pero todavía el arquetipo ese patriarcal lo tenemos metido muy dentro y de vez en cuando sale. Viene de un tema de formación y educación.

--¿Qué pretende con la novela?

--Lo primero, entretener porque se trata de una ficción histórica. He tratado de que sea un libro ameno, de que pasen muchas cosas, que haya muchas aventuras, que tenga intriga, pero después en otro plano, explicar esta cuestión que a mí me parece primordial. A Sócrates lo formó una mujer, Diotima de Mantinea, que le enseñó muchas de las parte de la filosofía que luego pasó a Platón; y lo mismo con Maimónides...

--¿Y cómo lo refleja?

--Yo quería que al mismo tiempo que mi protagonista se va dando cuenta de que por el hecho de ser mujer no es un ser sin alma o una putífera, como se llamaban, lo hiciera también el lector. Hay una trama de aventura a la que se puede acercar cualquiera porque no es una novela para eruditos ni historiadores.

--Irene Bellvent se enfrenta por eso a otros problemas, como el futuro del hospital que hereda.

--Claro. Después tienes elementos potentes como una mujer que en el siglo XV se ve en la tesitura de heredar un hospital en aquel entonces, en Valencia o en cualquier ciudad, que tenían unas estructuras en las que una mujer sola no podía hacer nada. Este libro va de decisiones: ella podía haber decidido vender el hospital, aportar el dinero a la dote y casarse, que es lo que hubiera hecho casi cualquier mujer, pero sin embargo quiso llevar adelante su mayor anhelo.

--Los personajes tienen inspiración real, pero ¿y la trama?

--La trama en sí es de ficción pero mezclo personajes y situaciones reales. El escenario en parte es Valencia. Los personajes vemos como sufren igual que la ciudad, hambrunas, una riada del Turia, pestilencias... de alguna manera sí que viajamos en el tiempo y vivimos esa época tal y como fue; y los personajes que gobernaban Valencia en ese momento, con casos de corrupción, recortes en Sanidad... Me refiero a Valencia pero en otros sitios será igual. Los políticos siempre tienden a dejar su impronta en la historia con algo más visible.

--Parece que está escribiendo sobre la actualidad.

--(Risas) Sorprende porque se ve que no hemos avanzado mucho y nos ciega la codicia, que es uno de los pecados que no hemos logrado superar.

--¿Cómo ha sido la labor de documentación?

--He trabajado en dos planos. En el tema de la mujer, vas buscando libros, autores, mitólogos... Y luego la documentación histórica, donde he echado mano de tesis doctorales, mucha biblioteca. Han sido tres años de documentación para descartar el 99,9% porque hay tanta documentación, tan interesante, pero yo lo que quiero es que fuera de ágil lectura, entretenida y el tema de la historia tenía que estar pero bien ponderado, que no lastrara lo que es en sí la historia.

--Usted es abogado y ejerce. ¿Cuando empezó a escribir?

-- Cuando empecé a trabajar. Es como si la mente necesitara compensarse. Yo había leído mucho y empecé casi en secreto... cuando ya fui evolucionando, se completó una historia decidí corregirla, mejorarla y ver si se podía publicar. Lo mío no fue una vocación.