«Mira que he sentido emociones fuertes, pero esta llamada, esta noticia, este premio ha sido lo más bonito, emocionante y gratificante de mi vida». Así reaccionaba ayer desde México el torero Juan José Padilla tras conocer que había sido galardonado con el Premio Nacional de Tauromaquia que concede el Ministerio de Cultura y Deporte, una distinción que reconoce su «extraordinaria carrera de veinticinco años en los ruedos».

El jurado quiso reconocer su figura «en el año de su retirada de los ruedos» y ensalzó también los valores de «esfuerzo, entrega y capacidad de superación dentro y fuera de los ruedos» que encarnan la personalidad y trayectoria de Padilla. «Recibo tanto del pueblo que jamás imaginé que las instituciones también pudieran acordarse de mí. No merezco tanto cariño, de verdad, yo no he dado ni la mitad de todo lo que he recibido a lo largo de mis 25 años de profesión. Pero estoy feliz, tremendamente feliz. Es el mejor broche posible a mi carrera», afirmaba el diestro a Efe.

El Premio Nacional de Tauromaquia, que este año cumple su sexta edición y está dotado con 30.000 euros, reconoce la labor meritoria de una persona, entidad o institución durante la temporada española de 2018 en el ejercicio de las diferentes actividades y manifestaciones de la Tauromaquia. Pero más que a una temporada en concreto, para el Ciclón de Jerez este premio viene a reconocer «toda esa enseñanza» que ha ido adquiriendo desde que con ocho años decidiera que quería ser torero.

Padilla (Jerez de la Frontera, Cádiz, 1973) ha sido uno de los toreros más importantes de las últimas décadas gracias, sobre todo, a su cariz mediático, su entrega más absoluta en el ruedo y, también, por haber sido uno de los diestros más castigados por los toros, con las 39 cornadas que recorren su cuerpo, la más grave, la que sufrió en Zaragoza en 2011 y le costó la pérdida del ojo izquierdo.

Una cornada que, lejos de suponer el final de su carrera, le dio fuerzas para volver pocos meses después a los ruedos, ya ataviado con un parche en el ojo para cumplir otros siete años más de profesión.