En el 2018, el Senado argentino rechazó la aprobación de la ley del aborto por séptima vez. Miles de mujeres salieron a la calle para defender sus derechos, convirtiendo su reivindicación en un clamor popular. Juan Solanas (hijo del también director y senador activista Pino Solanas), cogió su cámara y comenzó a grabar ese momento histórico y lo utilizó para hablar de las consecuencias del aborto clandestino. El resultado es ‘La ola verde (Que sea ley)’, un documental de urgencia tan político y reivindicativo como capaz de insuflar fuerza inspiradora, que llega este viernes a nuestros cines

-¿Cuándo empezó a interesarse por las consecuencias del aborto ilegal en su país?

-Mi familia se había exiliado a Francia cuando era pequeño porque si no, nos mataban, y yo me crie allí. Sobre el año 2000 me contaron que una mujer argentina había muerto a causa de un aborto clandestino y, desde mi ignorancia, creía que era algo que se había superado ya. Así que tomé conciencia de la situación y comencé a investigar para realizar el guion de mi primera película, ‘Nordeste’, la historia de una madre soltera en condiciones muy precarias que se quedaba embarazada y decidía interrumpir su embarazo. Digamos que, desde ese momento, mi cine ha ido ligado a ese tema.

-¿Y qué le hizo embarcarse en ‘La ola verde (Que sea ley)’?

-Comencé a seguir obsesivamente la aprobación del proyecto de ley en 2018 y me pareció que la tarea que estaba llevando a cabo el movimiento por el aborto legal, seguro y gratuito era muy importante. Y tuve la necesidad irracional de salir a la calle a filmarlo. Pensé que, si salía adelante la ley, habría sido un trabajo estimulante, aunque innecesario, pero no fue así, por lo que aquellas imágenes cobraron otro valor de lucha y resistencia.

-El documental se adentra en el espíritu combativo de la marea verde en las calles, también en el Parlamento con los partidarios y detractores y, por último,se centra en entrevistas a víctimas de abortos ilegales que lograron sobrevivir o, en su defecto, a familiares que tuvieron que sufrir la muerte de sus seres queridos en condiciones infrahumanas. ¿Cómo organizó todo ese material?

-Ante todo, es un documental militante, pero no es un panfleto, eso era muy importante. Yo tenía la convicción de que, con reflejar la verdad, bastaba y sobraba. Así que me lancé a registrar esa realidad acercándome a todos los bandos, también a los focos de resistencia. Tenía una serie de capítulos claros: Creencia, Militancia, Feminismo e Hipocresía y doble moral, porque hay mucho de eso, y es insoportable. Después añadí a los Pro-vida y el último apartado, Realidad, que correspondía con los testimonios, me di cuenta de que funcionaba mejor integrándolo dentro de la narración, diseminando las confesiones a lo largo del metraje.

-Impresiona mucho que buena parte de los médicos dejen morir a las pacientes porque se han intentado practicar un aborto.

-Supongo que se trata de un problema de formación, de un concepto absoluto de la vida. Pero en el fondo tiene que ver con el patriarcado, que para mí es una forma de entender el poder. Una manera violenta y facha de imponer la voluntad. Y el médico, en estos casos, tiene mucho poder.

-Pero están condenando a morir a una persona.

-Matando y torturando, sí. En Francia, una amiga me contaba que cuando el aborto estaba prohibido antes de 1972, un médico le dijo: “tú te abriste de piernas, gozaste y ahora vas a sufrir, no te voy a poner anestesia, jódete”. Palabra más, palabra menos, es lo que dicen los médicos argentinos en 2020. Creo que esa actitud va mucho más allá de la fe que se pueda tener.

-¿Qué le parece el retroceso ideológico en el tema de las libertades a causa del avance de la ultraderecha?

-En estos últimos cinco años hemos asistido a un ascenso revolucionario de la mujer luchando por la igualdad. Y no hay vuelta atrás. Un hijo de puta como Weinstein no tiene cabida en esta sociedad. Pero como ocurre en la naturaleza, toda acción causa una reacción. He leído declaraciones de hombres y mujeres de VOX que me han dejado pasmado. Me parece como el túnel del tiempo directo a la peor época. Por eso nunca hay que olvidar de dónde venimos para no permitir que nunca nadie ponga en duda los derechos que hemos adquirido.