--¿Qué es Cuando deje de llover?

--Es la historia de una saga familiar que narra cómo se va formando esta familia desde 1959 hasta 2039. Habla de las relaciones familiares lo que lleva a las relaciones del ser humano con el planeta, de cómo vamos dejando lastres a las generaciones posteriores y de que nuestros actos no solo competen a nosotros, de cómo consumos y destruimos y de que esa falta de armonía lleva al apocalipsis.

--¿Hablamos de determinismo?

--Todo se hereda y en los conflictos está muy presente el determinismo. Esta obra los aborda de una manera muy profunda y demuestra lo difícil que es superar ese determinismo aunque tiene un punto positivo porque se puede superar el pasado para construir un futuro mejor.

--¿Tiene ese punto cómico que relaja un poco el drama?

--Es que la comedia no deja de ser un drama exacerbado y eso en las familias sucede mucho.

--Esta obra viene a cerrar una trilogía en la que ha abordado la identidad...

--Este texto nos enamoró desde el principio y quizá lo ha hecho porque tenemos en la raíz la necesidad de provocar y transformar para ayudar a esa necesidad del cambio que todo el mundo habla en estos tiempos. Y en eso creemos que la familia es la que genera y destruye todo. Hablo de familia como concepto amplio de cada en el que se incluye a los amigos. Ese lugar donde se crean los modelos.

--¿Cómo acaba siendo producida esta obra por el Teatro Español?

--El texto lo descubre Jorge Muriel y enseguida vemos que es un proyecto de cierta magnitud. En cuanto se lo presentamos al Español les encantó y nos ha apoyado contra viento y marea.

--¿Se siente cómodo trabajando con un equipo tan grande? Lo digo porque hoy las producciones no suelen mover a tanta gente

--No es un capricho contar esta historia con nueve personajes aunque es cierto que algo tan grande es como ir a contracorriente en este mundo de hoy. A mí me gustan los grupos grandes, aunque sean más difícil de gestionar, porque el proceso es más bonito. A mí me encanta diseñar una base y, a partir de ella, intentar que todo el mundo aporte cosas porque cuanta más gente intervenga, más sentimiento de comunidad se crea.

--Algunas críticas han dicho que no es una obra fácil... ¿No cree que, entre todos, estamos mal acostumbrando al público?

--Es cierto que hay muchos saltos en el tiempo pero el público entiende porque tiene que ser así. Hay mucha gente en las esferas amplias del poder, un poder falso, que se empeñan en seguir adoctrinando al público en unos valores caducos y ampliamente decadentes desde la torre de marfil donde viven. Lo que hace falta es que esa gente deje de opinar, lo que les pasa es que tienen miedo porque ven que sus fórmulas ya no funcionan.

--Sabe de lo que habla, lo digo porque usted ha apostado siempre por un teatro comprometido...

--En esta precariedad que vivimos prima la necesidad de no malgastar el tiempo. Es decir, te metes en lo que de verdad te moviliza y esperas que contribuya a alguien más. El compromiso no se elige porque no es una estética, sino que lees algo que te afecta y como eres una persona normal piensas que también puede afectar a alguien.

--Como aragonés, ¿siente no poder trabajar aquí?

--Me gustaría volver con algo hecho a un ámbito de programación pero es muy complicado por el tema de ir a taquilla o si no llevas como cabeza de cartel a alguien que ha salido en alguna serie. Los programadores si no ni se lo plantean, no sé si es que no ven las obras y solo contratan por internet. Yo espero volver a casa porque ya me urge, amo mi tierra, pero supongo que hay que poner más empeño para ello. Ahora estoy en Madrid porque me tengo que conformar con llegar a fin de mes.