-Cuatro nominaciones a los Premios de la música aragonesa compartiendo condición de favoritos con Kase.O y Erin Memento, ¿sienten que es un reconocimiento a una larga trayectoria?

-Pues sí, algo así. Desde aquellas primeras canciones hasta ahora han pasado veinte años. Es cierto que hemos ido a nuestro ritmo, con periodos de descanso forzoso o voluntario, o tomándonos tiempo para grabar y componer, pero poco a poco parece que hemos encontrado nuestro huequecito en la escena aragonesa; y eso es de agradecer.

-Y llega justo el año en el que los premios se trasladan a Huesca por primera vez, ¿justo reconocimiento a una ciudad que lleva la cultura en su ADN?

-Nunca hemos llevado declaradamente lo oscense por bandera, pero reconocemos que la ciudad ha contribuido a forjar la identidad del grupo. Kiev cuando nieva sería totalmente distinto si hubiéramos compuesto y ensayado en otro lugar. Durante décadas, se ha tenido a Huesca por un lugar en que convivían la tranquilidad de la vida en provincias y la cultura de vanguardia. En Periferias o en el antiguo Matadero hemos visto tocar a artistas increíbles, como quien dice sin salir de casa. También es cierto que últimamente, ni en Huesca ni en el resto del Estado, la cultura vive su mejor momento: estamos en un cambio de ciclo, y los trabajadores de la cultura estamos preocupados. Conocíamos ya la precariedad, pero ahora es cuestión de supervivencia. Esperamos que las instituciones políticas respondan, y que en Huesca se siga dando un valor a la música, a las artes, y al riesgo.

-Inicio de surco

-En este disco estamos más cómodos con lo que tocamos. Siempre nos ha gustado lo que tocábamos, pero en nuestros primeros discos la intención era otra, tratábamos de integrar la incomodidad, el autosabotaje en nuestra música. Algo queda de eso en la personalidad de la banda, pero ahora es algo más sugerido, dado por sentado, y nuestras canciones han ganado en placidez. Por así decirlo, sin olvidar ni renegar del concepto, nos hemos vuelto más musicales con el tiempo. Pero tampoco nos sentimos instalados en una forma determinada; no podemos asegurar qué será lo próximo.

-Cuando les califican como propuesta original, ¿qué opinan?

-Cuando empezamos no teníamos bajista. Dejábamos silencios en mitad de las canciones, algunos de nuestros arreglos eran puros ruidos. Nuestras letras están llenas de digresiones y cambios de tema... La mayoría de estas cosas todavía nos definen en parte -menos lo del bajista, que Jaime ya lleva 8 ó 9 años con nosotros. El caso es que por todo eso hemos llegado a granjearnos fama de grupo difícil o de culto. Podemos entenderlo, pero hay cosas mucho más áridas… Al fin y al cabo siempre hemos buscado melodías pop, y las armonías vocales nos vuelven locos. Si somos originales, lo son muchos otros grupos en este país que admiramos y escuchamos habitualmente.

-Son el prototipo de una banda media y reconocida en Aragón, ¿es muy complicado dar un salto más allá?

-Nuestro objetivo nunca ha sido el éxito con mayúsculas, o no hubiéramos hecho los discos que hemos hecho. Pero una cosa es el éxito y otra la sostenibilidad del proyecto. Es verdad que desde las provincias es muy difícil adquirir verdadera notoriedad. Sí, a pesar de internet. Y si no alcanzas mucha notoriedad, la suficiente para tocar en festivales de verano y volcarte en ello a tiempo completo, estar en música es un suicidio económico. Y esto es un fallo estructural que no solo tiene que ver con ser de Huesca o tocar música minoritaria, sino -de nuevo- con el valor que las instituciones den a la cultura, y lo que se esfuercen por dignificarla.

-¿De dónde bebe su inspiración a la hora de componer?

-A veces hemos dicho que existen muchas canciones que hablan de sensaciones intensas y momentos cruciales de la vida, y que nosotros pretendemos darle lustre a esos días que están entre medio, cubrir ese hueco. No es que sea un dogma estricto y aplicable al 100% de nuestras canciones… Pero como definición general puede valer.

-Siempre han estado en cierto modo apegados a lo rural como forma de vida, ¿quizá como refugio?

-Es algo natural: casi siempre hemos vivido en ciudades pequeñas, hemos veraneado en pueblos… Algunas de nuestras familias vienen del campo y, aunque nosotros lo hemos vivido ya como observadores ocasionales, siempre hemos tenido muy presente el mundo rural. Eso se ha filtrado en nuestra manera de escribir.

-Vivimos tiempos convulsos en la música pero el momento artístico y creativo en la comunidad es muy alto. Con la venta de discos por los suelos, ¿cuál debe ser el camino a seguir en la música?

-Todos nosotros tenemos otros trabajos, nuestro sostenimiento no depende de Kiev cuando nieva; nuestro objetivo es seguir tocando juntos, mejorar, hacer canciones dignas, emocionantes y ricas en lecturas, como es el arte que nos interesa. La creatividad (la nuestra o la de quien sea) seguirá existiendo sin dinero, pero estamos en una coyuntura en que quererse dedicar a la creatividad en cualquiera de sus formas es sinónimo de precariedad. Para propiciar la sostenibilidad de los grupos habría que fortalecer el circuito de música en directo, no ahogar a las salas. También -y esto es algo más integral, más difícil pero más necesario aún- hay que educar en la importancia de las artes.