Con el valioso precedente de haber ganado aquí dos Palmas de Oro (Papá está en viaje de negocios (1985) y Underground (1995) ), Emir Kusturica presentó ayer en competición La vida es un milagro , una nueva incursión en la guerra de Bosnia con ese caudal de imágenes e imaginación que le caracteriza; un cine desmesurado, poético, luminoso, surrealista, trágico y cómico. "Cada película mía es como una ópera, es trasladar al cine lo que puede verse en un teatro de ópera", dijo sin ningún tipo de exageración.

La acción de La vida es un milagro comienza en Bosnia en 1992, en los prolegómenos del gran conflicto bélico de los Balcanes. Hay un inicial y potente retrato de la vida rural, con una familia como protagonista. Posteriormente el idílico lugar sufre las consecuencias del fratricida enfrentamiento armado. Los serbios que viven en Bosnia son perseguidos y atacados por los musulmanes. Nace una entrañable historia de amor enmedio de este enrarecido ambiente vivida por un serbio y su rehén musulmana.

UNA HISTORIA VERIDICA

El realizador reveló que la trama refleja una historia real que le contó hace poco un serbio en Toulouse. "Lo que sucede en el filme podría haber pasado en cualquier otro lugar del mundo en el que haya una guerra. Lo que me interesó es que alguien en esas circunstancias tan peligrosas se enamore de su rehén", aseguró. En su opinión se trata de un drama shakesperiano localizado en un escenario balcánico.

Otro de los objetivos de Kusturica en esta película --cuyo rodaje se prolongó durante 14 meses-- es acabar con el prejuicio del odio entre serbios y musulmanes en la ex-Yugoslavia: "Hay muchos matrimonios mixtos entre estas dos comunidades. Trato de alejarme de la idea de que hay que señalar el país que tiene la razón y la nación que se equivoca; el agresor y el agredido".