DIRECTOR: Rob Zombie

INTERPRETES: Chris Hardwick, Erin Daniels, Jennifer Jostyn, Rainn Wilson

PAIS: EEUU AÑO: 2003

CINES: Warner

Puestos a etiquetar una película como La casa de los 1.000 cadáveres , la que mejor le cuadraría es la de heavy-gore dadas las características del producto y la carrera de su director y guionista. Rob Cummings, más conocido como Rob Zombie, lideró durante años la banda de rock metálico White Zombie. Afianzada entre los consumidores de heavy, metal, hardcore y alguna que otra ramificación más del antes llamado rock duro, la banda llegó incluso a tener la tutela en un disco, Make them die slowly (1989), del ínclito Bill Laswell, reputado productor de todo lo que se tercie.

Pero a Zombie, responsable también del grafismo diabólico de los discos del grupo, la música se le quedó pequeña. Y dada su afición a los relatos de terror, el satanismo y las películas de culto, no es de extrañar que su debut como director se produzca dentro del cine de terror sanguinolento.

Y aunque el nombre de White Zombie era un explícito homenaje a una de las obras maestras del cine de terror clásico (titulada aquí La legión de los hombres sin alma e interpretada por Bela Lugosi en 1932), Zombie, hijo de su tiempo, se ha inclinado por el horror granguiñolesco y la imaginería gore.

El resultado está muy cerca de la influyente La matanza de Texas y, sobre todo, de otra película menos conocida realizada por el mismo director, La casa de los horrores. Pero Zombie no tiene --o no quiere tener-- la sutileza demostrada por Tobe Hooper en aquellos dos excelentes filmes de terror cercano.

Pese a ellos, La casa de los 1.000 cadáveres no es en absoluto una película previsible, chapucera y olvidable. El escenario donde acontece toda la acción resulta de lo más efectivo: un auténtico museo consagrado a los psycho killers en el que dos parejas de atontados adolescentes deciden pasar la mismísima noche de Halloween.