Dos personalidades aparentemente distintas y de gran carácter ambas, como son el gaitero y flautista Carlos Núñez y el violagambista Jordi Savall, confluyen hoy en uno de los conciertos especiales que programa el Festival Internacional en el Camino de Santiago en un espectáculo que, bajo el título de Diálogos célticos, compagina la música antigua con la música popular en un repertorio centrado en piezas de Galicia, Irlanda, Escocia, Bretaña y el País Vasco. El concierto comienza a las 22.30 horas en el Auditorio del Palacio de Congresos de Jaca.

Para Jordi Savall, hombre inquieto, concertista, investigador, pedagogo y siempre motivado por trazar nuevos proyectos, el encuentro con Carlos Núñez «es enriquecedor para ambos; mi grupo presenta las músicas célticas desde un punto más barroco, más histórico, mientras que Carlos las presenta en su aspecto más tradicional y aquí es donde nos encontramos, cada uno en su ámbito y cada uno enriquece al otro con sus aportaciones. Es un programa que hemos hecho muchas veces y que funciona de maravilla», cuenta el músico catalán.

Así, el repertorio se antoja realmente rico en cuanto a calidad y variedad, algo que Savall destaca, «pues estamos trabajando un repertorio compagina aspectos antiguos, ya que Carlos por ejemplo interpreta una suite inspirada en las Cantigas de Alfonso X el Sabio y yo interpreto desde músicas irlandesas anónimas a otras de compositores muy importantes como Simon Fraser, Niel Gow, o Turlough O’Carolan, a otras músicas de tradiciones vivas que se han mantenido durante siglos gracias a esa maravillosa forma de transmitir de forma oral que han tenido los músicos irlandeses y escoceses».

Savall, quizá para muchos estereotipo de intérprete de música de la denominada culta, defiende el papel de la música popular, pues, a su juicio «son músicas que ejercen una fascinación fabulosa, porque han sido creadas para sobrevivir, músicas que la gente las tocaba cada día porque les ayudaba a sobreponerse de vidas muy duras, Los irlandeses -continúa- en el siglo XIX se morían de hambre porque Inglaterra destrozó el país y tenían que huir a Estados Unidos para poder ganarse la vida, y cuando estaban allí, trabajando duramente, por las noches se encontraban en pubs y en otros sitios y tocaban su música y gracias a ello podían continuar con esperanza, es lo mismo que pasó con la música sefardí, por ejemplo».

GRANDES MAESTROS / Y continúa: «La única explicación para que estas músicas anónimas, sefardís, célticas, armenias, incluso las músicas de los esclavos, se hayan seguido tocando es porque servían a estos pueblos para ayudarles a vivir, a encontrar la paz y la esperanza. Son músicas de una belleza esencial, que cuanto más las tocas más te hacen feliz y te hacen sentir bien», abunda Jordi Savall, para quien estas melodías contienen «el germen de la humanidad, la belleza y el sufrimiento». Y considera que «las divisiones entre lo popular y lo clásico no tienen sentido, son artificiales, además de estar obsoletas» pues, señala, «estas músicas de tradición oral han olvidado a sus compositores, pero fueron creadas por grandes maestros».

Jordi Savall, que ha visitado en distintas ocasiones el Festival en el Camino de Santiago, la última hace dos años, asegura que para él «Jaca tiene un punto entrañable, es una tierra maravillosa y cuenta con un público amante y sensible, por eso venir es siempre un placer y una gran alegría», concluye.