El historiador y escritor aragonés José Luis Corral acaba de publicar 'El Conquistador', una novela en la que narra la vida del rey Jaime I, figura «imprescindible» para comprender la España contemporánea. En ella aprovecha para desmontar algunos mitos como el falso término de la Corona catalano-aragonesa. Convertido en un superventas de novela histórica, Corral sigue empleando su talento narrativo en la loable labor de divulgar la historia. Ha escrito 24 novelas y 35 ensayos, recibió el Premio de las Letras Aragonesas en el 2017 y ha sido asesor del director de cine Ridley Scott.

-Asegura que conocer la vida de Jaime I es imprescindible para comprender la España contemporánea. ¿Por qué?

-Su figura fue fundamental. Fue un gran conqusitador y, además, la separacion que realizó de los territorios de la Corona de Aragón son prácticamente como los conocemos hoy en día. La división que hizo y sus conquistas han influido hasta la actualidad en la Historia de España. Y los tratos que cerró con los reyes de Castilla y de León y Navarra también fueron decisivos a la hora de organizar España como es hoy.

-¿Cuándo pergeñó la novela?

-Empecé a pensar en este libro cuando en el 2014 publiqué La Corona de Aragón: manipulación, mito e historia. Al trabajar profundamente la vida de los reyes me di cuenta de que Jaime I tenía un potencial increíble como personaje de novela, por todos sus rasgos políticos amorosos, sexuales...

-¿También quería aprovechar la novela para dejar claros algunos conceptos históricos que se han tergiversado en los últimos años?

-Sí, en ese libro del que hablábamos ya desmonté muchos de los mitos pannacionalistas. Lo hice en un ensayo y ahora lo hago en una novela que permite llegar al público de forma más fácil e introducir elementos de ficción. Todo eso me ha llevado a escribir esta novela en la que se desmitifican muchos de los cuestionados nacionalistas. Sobre todo el mito de que existió una Corona catalano-aragonesa, cuando nunca fue así. En muchos libros catalanes aparece Jaime I como rey de Cataluña, incluso en libros para escolares aparece siendo coronado como rey de Cataluña en Lérida, cuando Jaime I fue uno de los pocos monarcas aragoneses que nunca recibió la corona. Hay que acabar con ese mito de que las naciones son atávicas, que existen desde el principio de los tiempos, algo que se lleva mucho últimamente. Desmontar todo eso en una novela me parecía importante. Qué mejor que desmitificar una ficción con una obra de ficción.

-¿Tan difícil es contar lo que ocurrió y asumirlo ?

-Bueno, siempre digo que la historia es un arma ideológica formidable y, como tal, el poder la ha utilizado siempre y la ha manipulado para acercar el ascua a la sardina de sus intereses. Se ha hecho siempre. En Cataluña y también en Aragón. Aquí hay gente que dice que Cataluña fue un condado del Reino de Aragón cuando el Condado de Barcelona era independiente. Desmontar esos mitos tan asentados me parecía clave, porque una cosa es interpretar la historia, algo legítimo, y otra falsificarla.

-En los últimos años se han seguido propagando...

-Lamentablemente sí. Y además se han creado otros. Por ejemplo, que Vox salga diciendo que hay que ilegalizar partidos que no creen en la unidad de España... Pues mire usted, la unidad de España es muy reciente. Tal y como la conocemos hoy data de 1978, porque en el año 1973 la provincia del Sahara era tan española como Albacete, y mira ahora dónde está. La gente no se acuerda de estas cosas.

-¿Es la política, entonces, la que define un estado más que otro tipo de aspectos como, por ejemplo, los culturales o étnicos?

-Todo influye. La política define a un estado desde el punto de vista territorial y como sistema, pero la economía es fundamental. Construye también ideología.

-Y el poder reconstruye la historia...

-Por supuesto. El poder autocrático siempre ha diseñado una historia a su medida. Franco se pintó en un cuadro como el Cid revivido. El poder ha falsificado muchas veces la historia, reduciéndola a veces al absurdo.

-Dígame su ‘ranking’ de reyes aragoneses en orden de importancia.

-Obviamente, para la Corona de Aragón Jaime I, porque con Alfonso I no existía. Pero desde el punto de vista del territorio aragonés, el más importante, más que Fernando el Católico y Jaime I, fue Alfonso I. En orden de relevancia, independientemente de Ramiro I que fue el fundador, siempre pongo en primer lugar a El Batallador porque construye realmente lo que será el Reino de Aragón e impulsa los fueros. El tercero sería Fernando El Católico.

-Escribió su primera novela en 1996 y lleva 24. ¿Qué le llevo a escribir?

-Buscaba por todos los medios llegar a la gente. Y me di cuenta de que los historiadores españoles lo estábamos haciendo fatal. Solo escribíamos para nuestos colegas y me parecía un error. Como la gente en España no estaba acostumbrada a leer ensayos de historia, se me ocurrió que explicar cómo era Zaragoza en el siglo XI podía ser mucho más directo. Por eso escribí El Salón Dorado. Tuvo cierto éxito y ahí empezó todo. Me encanta escribir. De hecho, también he publicado 35 ensayos de historia. Si las cosas se escriben, bien a la gente le gusta la historia.

-¿Se siente orgulloso de haber colaborado a divulgar tanto la historia?

-Es lo que intento. Que la gente la conozca para que no diga tantas barbaridades. Sobre todo los políticos deben leer mucha historia, porque si no caerán en las barbaridades que están cometiendo algunos. Especialmente la extrema derecha española, que está manipulando la historia de una forma absolutamente torticera.

-¿El mundo está viviendo actualmente un episodio que pasará a la historia?

-Desde el mundo antiguo, cada cien años aproximadamente se ha producido una gran epidemia. Desde la época de los hititas. Esta es una más. Todas estas epidemias han cambiado las cosas y han condicionado el arte, la cultura la forma de pensamiento... Yo creo que esta lo va a hacer también. Lo que no sé es si para bien o para mal. No soy futurólogo, pero desde luego va a cambiar las cosas.

-¿Los momentos más convulsos son caldo de cultivo para posiciones extremistas?

-La libertad se gana, pero hay que defenderla. Si nos olvidamos de nuestros derechos y nos relajamos en la defensa de las libertades nos equivocaremos y estaremos condenados a que haya una época de regresión. Esperemos que los jóvenes lo entiendan y no ocurra.