-¿Cómo surgió la idea de 'El escapista'?

-Como casi siempre cuando escribo, de una casualidad. Tal vez consiste en estar atento a lo que pasa alrededor. Un día leí la noticia de dos hermanos que hace años se intercambiaron en la cárcel. El condenado escapó y al suplente no pudieron hacerle nada, salvo multarle. ¿Cuánto se quieren dos hermanos para hacer algo así? Pero también surge otra pregunta: ¿Cuánto le debe uno al otro? Ahí arranca la novela.

-¿Cuál ha sido la inspiración para escribir esta historia?

-Hay otro asunto del que parte El escapista, que es un recuerdo infantil. Una vez vi un gigante. Lo llevaban en el remolque de un tractor, porque no cabía en ningún otro tipo de vehículo. Además llovía, con lo cual se iba mojando, parecía que llevaran a un animal. Todos los niños nos acercamos a verle. Lo recuerdo casi todo menos la cara. Una novela es una reconstrucción, es la búsqueda de esa cara.

-¿Qué es posible encontrar a lo largo del libro?

-Sorpresas, espero que sorpresas. Una detrás de otra, situaciones inesperadas, giros de la trama que desconcierten al lector y que lo desafíen a seguir leyendo. También personajes que son buenas personas, a pesar de que cada uno de los dos hermanos se dedica a cosas terribles, negocios oscuros. Y, desde luego, humor. Lo dramático se realza si es observado bajo la lupa de la ironía y el distanciamiento. Yo me he reído mucho escribiendo El escapista.

-¿No es la cárcel un espacio demasiado agobiante para ambientar una novela?

- Estos dos hermanos se intercambian en la cárcel, pero en seguida hay un escenario nuevo, que llega por sorpresa, y que es un viaje por alta mar. Toda la peripecia los lleva a un final que espero que el lector ni imagine hasta llegar a él, con unos mecanismos de verosimilitud interna que lo convierten en lógico.

-¿Cuáles son los temas principales en la historia?

-El asunto de la identidad, de quiénes somos. Yo llevo escribiendo sobre eso desde mi primera novela, y es que seguramente todos los escritores nos repetimos, aunque de maneras diferentes. Nos definimos como individuos frente al contrario, frente al otro. Pero si ese otro se parece tanto a aquella persona que quiere definirse por contraste, entonces se produce un problema, que tal vez sea el de la duplicación. Me parece que ese es el asunto central de El escapista. Pero a partir de ahí surgen muchos otros: la crueldad, la ternura, la inocencia, el miedo, lo grotesco.

-El escapista cuenta la historia de dos hermanos gemelos, ¿son estos tan parecidos en su forma de ser como parece?

-Son completamente distintos, como suele pasar con los gemelos. Yo conozco a muchos gemelos, tal vez sea una casualidad, pero es así. Y siempre me ha intrigado su comportamiento, los suelo mirar un poco con el rabillo del ojo. En seguida aprendo a diferenciarlos. Otra cosa es cuando no están juntos, entonces es más difícil saber quién es quién.

-¿Cómo es la relación entre los dos hermanos?

-Difícil, y a la vez de auténtico amor fraternal, a menudo hasta la sumisión. Es posible que la familia sea el lugar más interesante para el estudio del comportamiento de los individuos. Y si esa familia se limita a dos hermanos gemelos que, en el fondo, se desconocen, entonces el conflicto tal vez se enriquece. Al menos, es lo que pretendía. Llevar a dos personajes a vivir situaciones críticas.

-¿Cómo evoluciona la relación?

-Hacia un final que se construye a partir de una lógica interna que no puedo desvelar. El escapista es una novela de trama, posiblemente sea la auténtica protagonista de la historia. En cualquier caso, la crueldad y la ternura van juntas, eso sí que lo puedo decir. Y una cierta inocencia en el comportamiento de cada uno.

-¿Qué otros personajes son importantes en la trama?

-En la novela abundan los personajes secundarios, que para mí son principalísimos. Complementan la narración: un vigilante, otro recluso, un hombre que trafica con órganos humanos, una mujer loquísimamente enamorada, un grupo más o menos terrorista.