Considera que es absurdo tener que explicarlo por lo evidente pero aún así no se resiste a reivindicarlo: "Un libro tiene valor por lo que dice, esté escrito en el idioma que esté y eso es algo que deberían también tener en cuenta los que publican. En Cataluña ha pasado que se ha publicado mucha cosa mala solo por el hecho de ser catalán y en Aragón también han visto la luz muchas cosas en aragonés de un valor literario nulo y que jamás se hubieran publicado si se hubieran escrito en castellano. Hay que ser muy selectivo porque por encima de la lengua está la calidad literaria, una obra es buena o mala más allá de la lengua que utilice". Lo dice Ánchel Conte que si de algo está cargado es de razones. No obstante, es el escritor aragonés que más ha trascendido y que lleva escribiendo desde la década de los 60 del siglo XX. En su haber, muchos premios, entre ellos, dos Saputos a las Letras Aragonesas o la medalla Santa Isabel de Portugal. "Yo escribo siempre en aragonés y no me planteo si se me ha reconocido el mérito. El Gobierno de Aragón me reconocío con la medalla de Santa Isabel de Portugal, me han hecho homenajes... Todo esto me satisfacen pero cuando escribo en aragonés no lo hago pensando en si se me va a reconocer sino porque tengo la necesidad de escribir".

Eso le llevó ya en los 60 a escribir en aragonés. Entonces, Ánchel Conte, nacido en Alcolea de Cinca, estaba de profesor en Aínsa, tal y como recuerda él mismo: "Allí decidí escribir en esta lengua. Mis alumnos hablaban aragonés, y escribir en ese idioma fue un hecho reivindicativo, no estrictamente político", arranca Conte que explica cómo era la situación entonces en la zona: "Estaba en un estado lamentable, con unas comunicaciones horribles, en proceso de destrucción, con cierres de escuelas... y esa situación se veía también en la cuestión lingüística. De la misma maenra que reivindicaba unas buenas comunicaciones, una revitalización social y económica de la zona, también hacía lo propio con la lengua porque era lo que hablaban mis alumnos".

Ha pasado casi medio siglo y Conte no ve muchos avances en la situación del aragonés y, por consiguiente, en sus expresiones culturales: "No creo que se haya mejorado demasiado. Es verdad que hay más gente preocupada por el aragonés pero el número de hablantes se han reducido, chicos que me hablaban a mí en aragonés en los años 60, ahora me hablan en castellano, ellos mismos han dejado de hablar su lengua", asegura apesadumbrado y prosigue: "Es verdad que han nacido muchas asociaciones que luchan por la lengua pero , en definitiva, el número de hablantes en las zonas que se hablan no ha aumentado. Hay mucha gente que ha aprendido aragonés y se ha hecho un esfuerzo enorme pero curiosamente ese esfuerzo no se ha reflejado de ninguna manera en las zonas en las que se habla".

Todo ello lleva la conversación a la actual ley de lenguas aprobada en las Cortes de Aragón con los votos del PP y el PAR: "No ayuda en nada, pero tampoco lo hacía la anterior. Se había avanzado muy poco desde el momento en que se no se declaraba ni cooficial la lengua ni se declaraba su estudio obligatorio que, para mí, son las condiciones para que una lengua no esté condenada a muerte. La única diferencia con la anterior es que aquella hablaba del aragonés y el catalán y esta no habla ni del aragonés ni del catalán pero por lo demás el contenido no es muy distinto. Y en cuanto a las virtudes de una y otra, el poderlo estudiar esta no lo niega, el poderlo usar ante las autoridades, esta lo niega, el que los ayuntamientos la puedan usar, esta no lo niega... Es verdad que le da a los ayuntamientos la facultad de elegir en qué lengua hablan y eso es una monstruidad absoluta porque un ayuntamiento es un ente político, no científico y, por tanto, de lingüística no tiene porqué saber nada y eso tiene una finalidad política muy clara, que aparezcan tantas lenguas como pueblos y como serán tantas no se hará nada", denuncia.

¿Se ha confundido lengua con política? "Uno de los dramas del aragonés ha sido el que ha habido gente que lo ha patrimonializado en exclusiva y ha politizado su uso. Actualmente, no sé si se ha politizado más, simplemente ahora hay un hecho evidente y es que el PAR se niega a reconocer que se habla catalán en Aragón y es lo que ha provocado que desapareciera el término. Pero para mucha gente antes, el aragonés lo ha tenido como signo de identidad nacional y lo ha patrimonializado, de tal manera que se ha llegado a decir que si yo era comunista cómo podía ser aragonesista. La lengua no es patrimonio de un grupo político, sino del que lo habla", dice con claridad el escritor.

Y es que, defiende con vehemencia Conte, la lengua es un patrimonio de todos no de nadie en concreto: "Es que es tan evidente... --comienza su argumentación--. Los partidos políticos no tienen interés en hacer que sea así, otros lo han patrimonializado... ninguna de las dos opciones ha contribuido a preservar la lengua, me refiero sobre todo al aragonés porque el catalán no va a desaparecer, no está en peligro porque lo hablan 7 millones de personas. El problema es el aragonés que lo habla tan poca gente que difícilmente podrá sobrevivir sin la cooficialidad y sin la obligatoriedad de que se estudie en la escuela". Un argumento en el que Conte insiste: "Una lengua que no tiene rango de cooficial y que no se estudia en las escuelas está condenada a muerte. Y esta es una ley que no le da un reconocimiento oficial a la lengua y, por tanto, proyecta que no hay que apoyarla. Es verdad que en muchas escuelas se estudia aragonés pero curiosamente en los centros en que se hace se nota que en primaria hay muchos alumnos que lo hacen pero luego en secundaria no lo hay, o sea, que algo falla ahí y es simplemente la no obligatoriedad de estudiarla", concluye.