Llega Vila-Matas de muy buen humor. Dice que no ha dormido bien. No se le nota. Y que no se le ocurre qué es lo que se le puede preguntar porque su nueva novela lo único que hace es plantear un problema literario y eso, no es un tema muy periodístico. Lo afirma con graciosa impavidez, sabiendo que no se va a librar ya que Esa bruma insensata (Seix Barral), una narración genuinamente vilamatiana en la que dos hermanos encarnan visiones opuestas del hecho literario, encierra muchos sabrosos detalles. Barcelona, Nueva York, la proclamación (o no) de la independencia catalana del 27-O y ese escritor que conocemos como Thomas Pynchon, se pasean por sus páginas.

-¿Despejar la bruma insensata es el trabajo de la literatura?

-El título habla de la vida misma, de una atmósfera que no nos la deja percibir y de que cuando se levante el mal tiempo seremos capaces de ver el otro lado del río. La literatura siempre ha sido un intento de percibir lo que hay más allá, es algo así como el negativo de las imágenes que vemos.

-Sus protagonistas, Simon Schneider y Gran Bros funcionan también como la cara A y B de un escritor.

-Simon es un creador de citas que trabaja oscuramente para su hermano, el gran autor de éxito que vive en Nueva York. En el fondo, son como dos facetas de un mismo escritor. Uno, el más oscuro, cree en lo que hace y el otro no cree en nada, pero es el que recibe los elogios.

-La novela se plantea si en estos tiempos de internet la escritura debe abordar nuevos caminos.

-Es que ahora gracias a internet se registra todo lo que vemos, todo lo que hacemos. De haber existido sabríamos exactamente de qué color era el loro que Flaubert tenía disecado en su casa, pero quizá no existiría un Corazón simple. La pregunta es cuándo todo está registrado, ¿cuál es el papel del escritor? O dicho de otra manera: ¿la escritura debe continuar?, porque no sabemos cómo lo hará y si debe hacerlo.

-Si en su novela anterior el telón de fondo era la crisis económica, aquí el ‘procés’ ocupa muchas páginas. ¿El relato que construyen los políticos es similar a los que elabora un escritor?

-Originalmente, había incluido unos párrafos sobre la idea de que la proclamación de la República en el 31, que acabó en tragedia, se había reescrito ahora como farsa, pero al final los quité. Estos días estoy siguiendo el juicio en televisión y me doy cuenta de que está en sintonía con mi novela cuyo tema de fondo es la búsqueda de la verdad y la dificultad de encontrarla.

-Es la primera vez que se posiciona políticamente en una obra literaria.

-Pero soy muy discreto, incluso en política. Es verdad que no me gustan los convergentes, o como quiera que se llamen ahora, y el PP. Son partidos corruptos que luchan por crear una tensión para situarse en el poder.

-¿Siente que ahora en España se le tiene un mayor reconocimiento?

-Podría decirse que sí, que se me da por consagrado, lo que me impresiona un poco, la verdad. Han desaparecido las pullas del pasado y ha emergido una sensación de que he llegado.

-Hasta el punto de que le puede caer el Cervantes en cualquier momento. En la última edición sonó mucho su nombre.

-Se habló de ello, es verdad, pero creo que en el fondo sería un fastidio porque me iba a obligar a hacer muchas cosas que no me apetecen. A mí ya me va bien, porque me lee mucha gente y lo que es mejor, mucha gente joven.

-Los jóvenes le tienen por un autor de culto, casi legendario.

-Esa leyenda existe porque se ha construido una historia que realmente no tiene nada que ver conmigo. Creen que me conocen pero no es así.

-Critica la coquetería de Pynchon que hace décadas que no se deja ver y pero usted a su vez también se ha construido un personaje.

-Sí, pero yo no soy tan sutil como Pynchon. En mi caso no ha habido cálculo, son los demás los que me ven así. Hace 15 años que no bebo y la gente cree que sigo haciéndolo. Y yo he envejecido físicamente, aunque en mi interior me sienta muy joven.

-¿Que hoy no esté en la Real Academia de quién es la culpa, de la institución o de usted?

-No he querido. Y eso que me tentaron dos veces. La primera, Luis Goytisolo y Herralde intentaron convencerme, pero no (ríe). La otra fue a través de Pérez Reverte que quiso mezclarme en una estrategia que le convenía. Tiempo después cuando supo de mi rechazo me lo encontré en Turín y desde lejos me gritó: ¡Maricón!

-Típico de Pérez Reverte.

-Fui a la RAE de visita y me di cuenta de que allí no tenía amigos. Los vi a todos como si aquello fuera un casino de pueblo. Creo que es importante rechazar lo que no te interesa.

-Porque ¿uno es todas las cosas que rechaza?

-Se lo oí decir a Atxaga, la gente sabe las cosas que aceptas pero no a lo que te has negado.