La mezzosoprano Teresa Berganza considera que la ópera sobrevivirá a todas las crisis a las que se enfrente, y se muestra convencida de que el mundo del canto "no es para las élites con dinero, sino para las élites con cultura".

El amor a la música, afirma, le proporciona toda la fuerza necesaria para desarrollar una amplia actividad didáctica que le lleva continuamente de un lugar a otro del mundo y por la que siente responsabilidad, ya que dice ver "que están destrozando a muchos jóvenes cantantes a los que no se les da una correcta orientación en sus carreras".

Asegura que en España, después de muchos años, la apertura del Teatro Real, el buen funcionamiento del de la Zarzuela o las temporadas de ópera de Oviedo y Bilbao han favorecido la aparición de muchos cantantes, pero considera que el fenómeno de Los Tres Tenores, "ha hecho mucho daño y lo sigue haciendo" y añade que se piensa que cantar es tan fácil "como juntarse tres y cantar O sole mio, pero el cantante lírico nunca ha cantado con micrófono", enfatiza.

La nómina de directores con los que ha trabajado Berganza produce vértigo a los aficionados a la música ya que incluye a nombres como Otto Klemperer, Karl Bohm, Karajan, Giulini, Abbado o Mutti.

Después de estudiar años de solfeo, piano, órgano, composición y dirección de orquesta, asignatura ésta a la que se colaba ya que en aquellos años no dejaban a las chicas dirigir, decidió cantar y se puso en manos de Lola Rodríguez Aragón, quien le enseñó no sólo las técnicas tradicionales de la Viardot y de Manuel Rodríguez, sino la alemana de Elisabeth Schumann. Al finalizar su estudios, Berganza comenzó a ser requerida en todo el mundo y desde entonces, según confiesa, "estoy cruzando los Pirineos", por lo que se considera "una emigrante; de lujo, pero una emigrante".

Ella, afirma, que vino poco a España porque prefería los largos ensayos de hasta un mes que hacía en el extranjero para preparar las óperas, porque "aquello era vivir la música profundamente".

Recuerda que para preparar por primera vez Carmen, una de sus referencias aunque confiesa no tener papeles favoritos, se leyó la novela original de Próspero Mérimée y anotó todos los rasgos de la protagonista. "Apunté todo lo que decía Carmen: cómo dejaba seco a un hombre con sólo la mirada, su sensualidad y el hecho de que fuera dueña y señora de sí misma; una mujer libre, lo que se lleva ahora".

Inmediatamente piensa en sí misma y añade: "Yo no he sido muy libre en ese sentido, porque la religión me ha tenido así, y bien que lo siento, porque me he perdido unos hombres maravillosos", cuenta divertida.