Acaba de ser jubilado "por el Estado" como profesor, sin embargo, el catedrático de Comunicación Audiovisual Román Gubern volvió ayer a la Universidad --en este caso a la de Zaragoza-- para impartir una clase magistral sobre cine y la imagen, dentro del ciclo La buena estrella .

Gubern acaba de publicar Patologías de la imagen , un ensayo que reflexiona sobre la idea de que las imágenes pueden ser espacios de conflicto o de confrontación ideológica o moral. "Este libro es fruto de muchos años es estudio y de recopilación de imágenes", asegura el especialista. En él trata sobre las "ofensivas" en tres campos, la religión, la sexualidad y la política (el uso de los fascismos). Y es que "la imagen puede usarse como arma de combate o como perturbación" y pone como ejemplo la portada de Le Monde donde aparecía Aznar con la nariz de Pinocho.

Sin embargo, reconoce que "la palabra miente más que la imagen". En este caso, habla sobre los chat, donde todos se atribuyen características que no tienen, lo cual dificulta un encuentro final. "Hemos aprendido a distinguir la falsa alegría o los pequeños rictus", por tanto "la palabra puede mentir y aunque existe la cirugía digital, el cara a cara no engaña". Y recuerda, por un lado, lo que ya dijo Platón: "El lenguaje se inventó para ocultar el pensamiento y para mentir", y por otro, que el arte del retrato se utilizó hace tiempo para favorecer los matrimonios.

En cuanto al poder de la imagen, pone como ejemplo la campaña electoral de Estados Unidos, donde ha habido "una competición de imágenes más que de ideas; la de la mirada dura, nariz aquilina y ese andar de cowboy de Bush con las que pretendía decir ´yo os protegeré´ contra esa cara avinagrada de Kerry y, claro, se lo comió".

La televisión ocupa también un apartado de las Patologías de la imagen . "La televisión sirve para identificar las cosas pero no para interpretarlas". Otra idea es la de telebasura, "porque en España parece que todo vale, se ha banalizado el sexo y existe la pornografía de la sangre, donde también hay manga ancha".

El libro también incluye anécdotas, como la foto retocada de Franco para que no pareciera más bajo que su mujer, o en la capilla Sixtina, que pese a "la represión", Miguel Angel pintó a Adán y Eva desnudos pero si ella vuelve su cara se topa con el pene de él; o la anécdota de un estudioso del arte, James Ruskin, que nunca había visto más mujer desnuda que la de las esculturas, se asustó la noche de bodas al descubrir el vello púbico de su esposa. Es el poder de la imagen.