La suerte de los Oscar está echada desde el martes, cuando los votos que determinarán los nombres de los ganadores de la 76 edición de los premios de la Academia de Hollywood llegaron a las oficinas de Price Waterhouse. Las incógnitas y las especulaciones se mantendrán hasta el domingo, cuando los sobres empiecen a abrirse en el teatro Kodak en el ritual anual. De momento ya hay una película ganadora, aunque ni siquiera es candidata: La Pasión .

Estrenada el miércoles tras una controversia que ha escalado hasta las más altas cimas de la publicidad gratuita, la intensa, desestabilizadora e inusual película de Mel Gibson ha robado este año la atención a los candidatos en los últimos momentos de su carrera por la estatuilla. Y estos días previos a la ceremonia --habitualmente llenos de quinielas y comentadas polémicas-- casi toda la atención está centrada en una película de la que se lleva hablando un año, que seguirá viva meses y que podría resucitar por estas fechas en el 2005 en la 77 edición.

Gibson, de momento, ya está batiendo sus marcas y en un día de exhibición en 2.800 cines ha recaudado, según los primeros cálculos, entre 15 y 20 millones de dólares (entre el 50 y el 66% de lo que invirtió). Asistir a un pase de la película en Los Angeles sirve para constatar el fenómeno que ha desatado la furia mediática: prosiguen las protestas y los análisis, pero la mayoría de los espectadores, creyentes cristianos, siguen saliendo como en trance de los cines, hablan de "obra de arte" y de una "transformación espiritual" y repiten lo que nunca se sabrá si realmente dijo el Papa: "Es como fue". Muchos críticos discrepan.

A la vez que el debate más moral que cinematográfico inunda el país, gana fuerza el azote contra la indecencia desatado por Janet Jackson que hará que, por primera vez, los Oscar se retransmitan con cinco segundos de retraso. Y crece la expectación ante lo que puede llegar a no oírse, ya que este año no hay polémicas por votos ni productoras.