A Mateo Gil (Las Palmas, 1972) los guiones le salen de las tripas. Junto con su amigo y compañero de facultad Alejando Amenábar escribió Mar adentro, Abre los ojos y Ágora. También se ha puesto detrás de las cámaras para dirigir un thriller (Nadie conoce a nadie), un western (Blackthorn) y una película de ciencia ficción (Proyecto Lázaro). Ganador de cuatro Goyas que nunca acudió a recoger (le aterroriza la idea de salir al estrado y hablar), su filmografía como realizador es tan variada que confiesa tener «cierto complejo de director raro».

Gil se zambulle ahora en la comedia romántica. Y lo hace con absoluta originalidad: aplicando las leyes de la física al amor y la pareja. Cuando una relación se va al garete no es por culpa del chico y la chica en cuestión, sino de Newton, Einstein, la mecánica cuántica y la termodinámica. Científicamente comprobado. Producida por Zeta Cinema y protagonizada por Vito Sanz, Berta Vázquez, Vicky Luego y Chino Darín, Las leyes de la termodinámica abre el festival de Málaga tras haber conquistado el premio a la mejor dirección en el certamen de Miami. A las salas comerciales llegará el 20 de abril.

-No estamos delante de una cinta de carcajada sino de sonrisa.

-No soy director de comedia, así que si me ponía como objetivo que la gente se riera todo el rato la presión iba a ser demasiado grande. Quiero que el público siga la historia de amor de los protagonistas y se lo pase bien.

-Pero no es una comedia al uso. Tiene apariencia de documental.

-No sé muy bien por qué hago lo que hago. Escribo lo que me sale de las tripas. Si me dicen que haga una comedia romántica clásica no me sale. Necesito un concepto que me atrape y fue trasladar las leyes de la física al amor. No sé trabajar de otra manera. Escribí el guion del tirón y se lo mandé a cinco amigos cineastas de total confianza. Pensé que me lo iban a tirar a la cara y a decirme que me había vuelto a pasar de listo, pero no. La reacción fue unánime, incluido el productor, Francisco Ramos, que me dijo que era arriesgada, pero que íbamos a hacerla.

-¿Por qué las leyes de la termodinámica?

-No sé, estaba leyendo un libro de divulgación científica y venía una breve descripción de las tres leyes de la termodinámica. Pensé que tenía una traducción clarísima a las relaciones de pareja.

-Lleva un tiempo diciendo que el cine de autor está en horas bajas. Pero su nueva película encaja en esa definición.

-Está en horas bajas, pero eso no significa que no haya directores que lo sigan haciendo. Es difícil meter a la gente en una sala y se tiende a realizar historias que lleguen a un público mayor. A los distribuidores les asustan los filmes singulares. Yo no hago el cine que hago porque me considere un autor o porque crea que el cine de autor es mejor que el otro. Es que no me sale otra cosa. No me gusta considerar al espectador estúpido. Cuando estoy viendo una película lo que más aborrezco es que me traten de idiota. Y últimamente me pasa mucho.

-¿Solo con el cine español?

-No, es un problema global. Hay miedo a profundizar y a que el público se asuste. Las leyes de la termodinámica es una comedia, un entretenimiento. Pero eso no quita para que metamos más elementos.

-Su anterior cinta, ‘Proyecto Lázaro’, que era mucho más oscura, no tuvo suerte en taquilla. ¿Le afectó?

-Muchísimo. Me consuelo pensado que, a lo mejor, con el tiempo se verá más. Pero no es solo una cuestión de público y de cómo funcionan las distribuidoras. También de los medios de comunicación.

-Vaya, la culpa es nuestra.

-No digo eso. Ustedes también lo sufren porque ahora solo hay titulares. Es aterrador no poder profundizar en nada. Además, vivimos un momento en el que el dinero es demasiado importante. En el cine, igual. Si tienes mucho dinero para la promoción, sobrevives. Si no, nada. Los productores españoles tienen mucho mérito.

-No están todos forrados, no.

-Eso es un mito. En España se han forrado unos pocos, muy pocos. Veo a mi alrededor cierta precariedad, sobre todo en los guionistas, a los que se sigue pagando igual de mal.

-Tiene cuatro premios Goya. ¿Los galardones son importantes?

-Más lo es la taquilla. Y la libertad. Mis dos últimas cintas las he escrito y dirigido con libertad. Es impagable. Ahora bien, confieso que no sé si voy a poder levantar otro largo.

-En caso de que lo haga no será nunca de terror.

-Tengo reparos morales. Cualquier cosa que despierte miedo contribuye a un estado colectivo que no es bueno.

-Pero es ficción.

Sí, pero contribuye. Cada vez me gusta menos ver pelis de terror, me doy cuenta de que no me aportan nada. El miedo no es un sentimiento constructivo. Hay títulos de terror que adoro, pero, en general, es un género que guarda un mensaje detrás: «Vale, la ciencia dice un cosa pero hay algo más en lo que tienes que creer y solo la fe te va a salvar». Me parece una filosofía peligrosa.