La obra discográfica de José Antonio Labordeta se pone al día: la caja de 13 compactos Cantar y no callar reúne el cuerpo central de su obra, la registrada entre 1975 y 1995, en versión remasterizada y respetando portadas y fotos originales. Una producción que refleja una manera de entender la canción de autor, comprometida con su tiempo y con el retrato realista de un pueblo, el aragonés.

Su clásico Canto a la libertad, fue propuesto como himno de Aragón, algo a lo que él se resistió. "Habría pasado como con Asturias, patria querida, que ahora ya no la cantan los borrachos porque se ha hecho institucional", señala. La pieza forma parte del disco Tiempo de espera (1975), el que abre la colección. La reedición cubre su etapa en Fonomusic, por lo que han quedado al margen dos títulos, Cantar y callar (Edigsa, 1974) y Paisajes (PDI, 1997).

DESMITIFICANDO LOS 70

Labordeta inició su trayectoria en los 60, mientras ejercía de profesor de instituto. Su hermano, el poeta Miguel Labordeta, fallecido en 1969, le marcó el camino. "Tenía una biblioteca espléndida, gracias a la cual leí a César Vallejo, Neruda y Mallarmé a los 14 años. El era un gran poeta y yo, un versificador", considera el cantautor, que no mitifica sus años de trovador de protesta en el tardofranquismo. "Los cantautores éramos famosos más porque nos prohibían que por las actuaciones. Los equipos de sonido eran terribles, no sabíamos cantar..."

En su cuerpo compositivo conviven canciones irónicas y épicas, siempre inspiradas por dos corrientes. "Me influyeron los latinoamericanos, como Atahualpa Yupanqui, y los franceses. Viejo país, es un recuerdo a Le plat pays, de Brel". Aunque apunta: "Soy de la generación de Elvis Presley, y en algunas borracheras cantaba rocanrol". Entre los 13 discos, su preferido es Qué queda de ti, qué queda de mí (1984), con apoyos de Serrat, Aute y La Trinca. Además forman parte de esta caja Cantes de tierra a dentro, Labordeta en directo, Que no amanece por nada, Cantata para un país, Las cuatro estaciones, Aguantando el temporal, Qué vamos a hacer, Trilce, Tú y yo y los demás, Canciones de amor y Recuento .

Su obra refleja un escepticismo vital, pero últimamente le ha dado una oportunidad a la utopía, como revela su aventura política como diputado de Chunta Aragonesista. Pese a sus "ciclos de pesimismo", reconoce que su salud mental se ha saneado en el actual ciclo político.

"La escena del otro día, con los diputados de ERC corriendo por los pasillos, demuestra que ahora hay parlamentarismo, que se discuten las cosas y en el último momento puede haber acuerdos. Con el PP no hacía falta ni correr. No existía España, ni Cataluña, ni el País Vasco... Sólo Aznar". Aunque alerta: "Acebes me da miedo. Es un talibán católico". Sin planes discográficos a la vista, prefiere escribir que componer: su próximo proyecto es el libro Diario de un beduino , sobre sus experiencias como diputado.