La Gran Guerra fue la primera contienda retratada en color por el Service Photographique des Armées francés, gracias al revelado autocromo inventado en 1903 por los hermanos Lumière. Pero, sobre todo, el conflicto introdujo numerosos cambios en nuestras vidas. Una mejora esencial fue el banco de sangre. En la primera década del siglo XX se vio la posibilidad de almacenar esta con anticoagulantes y climatización y en 1917 el médico estadounidense Oswald Robertson efectuó la primera transfusión con este método. Igualmente, en 1918 el pediatra Kurt Huldschinsky descubrió en Berlín el efecto beneficioso de las lámparas solares para tratar el raquitismo infantil que se expandió en Alemania por el bloqueo.

También fue importante el entablillado, creado por el cirujano ortopédico británico Hugh Owen Thomas. Su discípulo Robert Jones lo usó en el conflicto y la mortalidad por fracturas de fémur cayó del 80% al 20%. Asimismo, mejoró la diagnosis por rayos X: durante la conflagración Marie Curie y su hija Irène (ambas merecedoras del Nobel) organizaron equipos portátiles de rayos X en vehículos conocidos como "petits Curie". Fue notable igualmente el progreso de la cirugía estética dados los miles de rostros desfigurados por la guerra (llamados en Francia gueules cassées o caras rotas). En reconstrucciones faciales destacó el cirujano Harold Gillies.

La esfera sanitaria aportó otra gran novedad: la compresa. Su origen radicó en el algodón de gran capacidad absorbente para las heridas, el cellucotton, que las enfermeras usaron para su menstruación. Así, en 1920 la empresa productora del material, Kimberly-Clark, produjo la primera compresa, Kotex, y del cellucotton surgieron igualmente los Kleenex en 1924.

En general, la guerra modificó muchos ámbitos. Stephen Evans, en su selección de 10 innovaciones relevantes publicada en la BBC, incluye --junto a algunas de las ya citadas-- la difusión del reloj de pulsera (imprescindible para sincronizar la acción de tropas o bombardeos), la cremallera (empleada en uniformes estadounidenses), las bolsitas de té (para el consumo de los soldados), el acero inoxidable (que los británicos usaron en sus armas) y la comunicación de los pilotos aéreos mediante un casco con auriculares y micrófono.

Salchicas

La escasez de combustible indujo a Alemania a introducir el cambio horario para aprovechar la luz solar (el 30 de abril de 1916 el reloj se avanzó una hora) y la falta de alimentos generó allí la salchicha de soja. La creó Konrad Adenauer, alcalde de Colonia (canciller en 1949) y no fue un hallazgo casual: el hambre hizo proliferar sucedáneos o Ersatz y hubo más de 800 de salchichas (uno hecho con un 5% de grasa y el resto de agua).

Asimismo, la contienda alumbró el primer formulario estándar, cuando el servicio postal británico creó una tarjeta para que los soldados tacharan lo que no convenía: "Me encuentro bastante bien. /He sido hospitalizado enfermo /herido /Me envían al cuartel...". Según el historiador Paul Fussell, fue el precursor de los formularios modernos similares. De una forma u otra el legado de la Gran Guerra habita entre nosotros.

Y MAÑANA: 12. Gallipoli, fracaso de Churchill.