La compañía de danza aragonesa LaMov nació en el 2008 al calor de la Expo de Zaragoza. Ha llovido mucho desde entonces, una larga vida en la que hasta ahora no había parado en ningún momento. Incluso en los episodios más duros de la crisis financiera siguió remando y llevando la danza por bandera. Pero el coronavirus ha demostrado que todo lo puede. LaMov tuvo que suspender y aplazar espectáculos y sus ocho bailarines se adentraron en un ERTE como les ha ocurrido a miles de trabajadores aragoneses. Hasta esta semana, cuando la compañía ha regresado con fuerzas renovadas.

«Teníamos muchas ganas de volver; aún hay mucha incertidumbre y no sabemos cómo responderá el público pero lo importante es retomar la actividad y poco a poco la normalidad», subraya Víctor Jiménez, que dirige la compañía desde su nacimiento en el 2008. Su regreso no ha sido muy diferente al de cualquier otra compañía artística: pruebas PCR para todos sus integrantes, tomas de temperaturas, limpieza y desinfección de las barras de ballet... «Estamos cumpliendo todas las medidas de prevención, pero también es importante quitarse los miedos», sostiene Jiménez, que reconoce que si no llega a ser por la figura de los ERTE «esto hubiera sido una hecatombe».

El problema es que más allá de los bailarines la compañía genera otros empleos indirectos. «La cultura mueve muchos puestos de trabajo que no se ven, pero que están ahí», apunta el que fuera bailarín de la compañía de Víctor Ullate o solista de la Ópera de Lyon. Por suerte, todo ese engranaje de técnicos, productores o programadores irá recuperando poco a poco su actividad. Aunque el regreso a la vida prepandemia tardará en llegar. «La mayor inquietud es saber lo que sucederá con las nuevas contrataciones. Nosotros por lo menos tenemos actuaciones firmadas hasta marzo, aunque sabemos que volver a llenar los teatros va a costar», reconoce.

La compañía aragonesa ya divisa en el horizonte (será a finales de octubre en el teatro Principal) el estreno de su nueva producción: El lago, inspirado en El lago de los cisnes, de Tchaikovsky. Este espectáculo, de hecho, debería haberse estrenado en junio, como es habitual en la compañía de danza, que cada año estrena una nueva producción.

Hasta que llegue la fecha del estreno, LaMov afronta ahora unos meses «muy intensos» debido al aplazamiento de muchos de sus bolos y girará por Asturias, Madrid, Ibiza, La Rioja y Castilla La Mancha. «Vamos a seguir con Tempus fugit, el espectáculo que estrenamos el año pasado», apunta el director madrileño.

Durante todo este tiempo, sus ocho bailarines han seguido trabajando por su cuenta, pero tenían ganas de retomar sus ensayos diarios en el Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos (IAACC) Pablo Serrano. «No hay que olvidar que son atletas y hay que ponerlos en forma cuanto antes», indica Jiménez, que insiste en la importancia de que las administraciones públicas apoyen la cultura. «Es vital que estén al lado del tejido cultural, sobre todo de las empresas que creamos empleo», subraya.

En sus doce años de vida, LaMov ha estrenado una quincena de producciones en las que ha contado con piezas de diferentes coreógrafos nacionales e internacionales, como Sharon Fridman, Francisco Lorenzo, Chameleon Company, Henrique Rodovalho, Antonio Ruz o Itzik Galili.

La compañía de danza aragonesa ha estado presente en Miami (EEUU), Francia, Italia, Gran Bretaña o Alemania. En España ha actuado en teatros tan emblemáticos como el Teatro Campoamor de Oviedo, los Teatros del Canal de Madrid, el Teatro Jovellanos de Gijón, el Palacio de Festival de Cantabria, el Teatro Cervantes de Málaga, o los Auditorios de Vigo y Murcia, entre otros.