Se le considera un provocador, y él siempre ha nutrido esa reputación. Su cine incluye imágenes de violaciones y abusos -Dogville (2003)-, automutilaciones genitales -Anticristo (2009)- y bondage -Nymphomaniac (2013)-; y su nuevo trabajo, La casa de Jack, es un retrato insólitamente explícito de un asesino en serie, al que el danés parece usar como personificación de todas las críticas que tradicionalmente se han vertido sobre él. En una de sus escenas, el tal Jack se recrea deformando el cadáver de un niño; en otra, usa docenas de cuerpos sin vida para construir algo parecido a una instalación artística. Trier presentó la película en el festival de Cannes, el mismo certamen que ahora hace ocho años lo declaró persona non grata después de que hiciera allí unos polémicos comentarios sobre Hitler y afirmara -en broma- ser un nazi. La casa de Jack se estrenó ayer.

- ‘La casa de Jack’ parece ser una película muy personal para usted. ¿La ha hecho a modo de declaración de principios o para decir algo al público?

-No pienso en el público; mi único público soy yo mismo. Muchos directores tratan de obtener la mayor audiencia posible, incluso si conseguir eso significa traicionarse a sí mismos o hacer películas mediocres. No es así como yo trabajo, porque no tengo interés en comprarme casas ni yates. De hecho, siento que La casa de Jack me ha salido demasiado comercial.

-Es una película extremadamente violenta, y parece mostrar simpatía por un asesino en serie. Eso no es particularmente comercial.

-Bueno, siempre he pensado que absolutamente todo cuanto se nos ocurra debería poder mostrarse en pantalla. Pero déjeme aclarar que no he intentado mostrar simpatía por un asesino, solo mostrar que tiene un lado humano. Porque los criminales también son seres humanos, a pesar de que queramos verlos solo como monstruos.

-¿No era exactamente eso lo que quería decir cuando hizo aquellas polémicas declaraciones sobre Hitler en Cannes en el 2011?

-Sí, justo eso.

-El pasado mayo volvió a Cannes para presentar ‘La casa de Jack’. ¿No quedan resentimientos entre usted y el festival?

-Sí, supongo que el conflicto con el festival está resuelto, pero me ha marcado para siempre. Lo que sucedió convirtió mi vida en un infierno durante dos años. La policía danesa vino a mi casa y me dijo que podría ser sentenciado a cinco años de cárcel en Marsella. Soy una persona muy miedosa, así que viví en pánico durante muchos meses. Fue un castigo severo por algo que en mi país no habría tenido ninguna importancia. En Dinamarca no es delito ser nazi, ni afirmar en broma serlo. Y eso, la verdad, es fantástico.

-En un momento de la película, Jack (Matt Dillon) afirma que el moralismo mata al arte. ¿Está usted de acuerdo?

-Sí, toda la corrección política que invade nuestro mundo está matando todas las posibilidades de creatividad, y poniendo en peligro la democracia. Creo que la libertad de expresión debería ser sagrada. Dicho esto, puedo entender que durante aquella conferencia de prensa en Cannes fui extremadamente torpe. Y culpo al alcohol por ello: entre todas las conferencias de prensa, esa fue la única que di sobrio.

-¿Alguna vez ha usado el alcohol como fuente de inspiración?

-No, no. Cuando era joven usaba cocaína para escribir mis guiones. Y la recomiendo, fue muy inspiradora. Pero tengo que confesar que actualmente tengo un problema con el alcohol, y estoy trabajando en ello. Estoy recuperándome de una depresión, y generalmente el trabajo suele ser lo único que me relaja. Pero el rodaje de La casa de Jack fue muy difícil, así que tuve que tomar un trago de vez en cuando.

-¿Diría que el arte necesita ser autodestructivo para ser valioso?

-Me temo que sí. Todos los artistas a los que admiro vivieron con dolor y causaron dolor a otros. Y sé que por mi trabajo he llegado al borde de la locura. Tengo cuatro hijos ya adultos, y me siguen culpando porque creen que fui un padre ausente. Nadie quiere escuchar algo así de sus propios hijos. Dicho esto, yo creo que siempre he sido un padre extremadamente bueno.

-Su debut, ‘El elemento del crimen’ (1984), también hablaba de un asesino en serie. ¿Siente fascinación por ellos?

-No. Pero todas las mujeres con las que he vivido sí la sienten. Creo que sentir atracción por los asesinos en serie es algo muy femenino. Quizá sea algo sexy, no sé.

-Jack se burla de todas las mujeres porque las considera estúpidas. ¿Por qué diseñó así el personaje?

-Habría que preguntárselo a mi terapeuta… Supongo que la culpa es de mi madre, que siempre me hizo sentir culpable por ser un varón. Y me sigue controlando desde la tumba, la muy perra.

-En el 2017, la cantante Björk lo acusó de haber abusado de ella durante el rodaje de ‘Bailando en la oscuridad’ (2000).

-Ya dije que no es cierto. Hizo un trabajo maravilloso, pero nuestra relación fue muy difícil; y al parecer malinterpretó algo que dije o hice.

-¿Qué piensa sobre el estado actual del mundo?

-Creo que hemos vivido los años dorados de la democracia en Europa, y cuando estás en la cima no eres consciente de lo frágil que es tu poder. Pero ahora la extrema derecha sigue subiendo, y Donald Trump gana elecciones, y estoy bastante seguro de que el mundo será un lugar muy oscuro para las nuevas generaciones. Es terrible.

-¿Tiene nuevos proyectos? ¿Alguna historia que quiera contar?

-¡Sí! Estoy planeando hacer una serie de cortometrajes de 10 minutos. Hay un profesor de cine francés que escribió un libro en el que asegura que hay 36 tipos de historias sobre las que se puede hacer una película, así que haré 36 cortometrajes sobre ellas. Me llevará muchos años. Y creo que podría juntar un reparto fantástico, porque serían solo dos días de trabajo para cada actor. Espero que algún actor bueno siga queriendo trabajar conmigo.