La historia de España contada a través de las canciones que se hicieron más populares en cada época. Ese es el reto que Fidel Moreno asumió hace nueve años y que ahora se ha materializado en ¿Qué me estás cantando?. Desde La bien pagá, hasta Libertad sin ira, Moreno, que presentó ayer el libro en Zaragoza, hace un repaso de la sociedad española del siglo XX hasta 1976, año en el que nació este escritor, músico y periodista.

-Es un tópico pero… ¿somos lo que cantamos?

-Siempre se dice que somos los libros que leemos o las películas que vemos, pero creo que en el caso de la música este dicho se demuestra más cierto que en otras disciplinas, porque a diferencia de otras artes, de las canciones nos apropiamos. Las canciones las memorizamos y se convierten en una parte muy íntima de lo que somos. Nietzche decía que la música es la ciencia de las pasiones, y así es.

-La ciencia de las pasiones y un termómetro de la historia muy preciso, ¿no?

-Las canciones son un testimonio fundamental para entender un tiempo y un país. Y no solo explica la historia con mayúsculas, sino también cosas más concretas como cómo querían nuestros padres o abuelos.

-¿En qué momento de le ocurrió escribir este libro?

-Siempre me había interesado por esta cuestión. Mi tesis doctoral, que no acabé, la hice sobre la primera edición de Operación Triunfo. Ese programa fue una metáfora de todo lo que había sido España hasta entonces, un país que llegaba tarde al desarrollo y que luego se vuelve muy europeísta.

-¿Cómo consigue extraer estas conclusiones a partir de una canción?

-Yo no me percato de estas cuestiones porque sea más listo, sino porque me fijo. Lo que ocurre es que las canciones no nos las tomamos en serio, por lo que no nos damos cuenta de lo que comunican y de la información que lleva aparejada.

-Ha dividido este libro en dos partes, La música de mis abuelos y La música de mis padres. ¿Cuál es la principal diferencia entre ambos periodos?

-La tecnología. La popularización del tocadiscos provocó que hubiera una rebelión generacional contra la música que sonaba por la radio y la televisión. Todos los movimientos de emancipación y liberación de los 60 son impensables sin la participación de los vinilos.

-Comienza hablando de las nanas, ¿por qué?

-Las nanas están en el principio de nuestras vidas y también son lo último que olvidamos si tenemos la desgracia de caer enfermos de alzheimer. De la cuna a la sepultura, siempre están presentes.

-De las nanas salta al Cara al sol, que para usted era una canción de amor.

-El Cara al sol me lo enseñó una vecina que a mí me gustaba con siete u ocho años. Yo no tenía ni idea de lo que significaba la canción y me la aprendí de memoria y recuerdo que la cantaba en un contexto amoroso infantil, hasta que mi padre me advirtió de su significado.

-Perverso.

-En realidad lo que hago es usar esta anécdota para analizar la cantidad de usos y funciones que puede tener una canción. Siempre ponemos el acento en la intención del autor, pero nos olvidamos de que estas canciones se vuelven populares porque la gente se apropia de ellas de forma muy variada. No es sorprendente, por ejemplo, que mucha gente se haya enamorado a lo largo del tiempo escuchando el Cara al sol.

-En su libro también incluye grandes himnos de la música que se siguen oyendo hoy, como La chica Yeyé o Mediterráneo.

-Sí. La memoria musical de una persona normal al menos abarca un siglo de canciones. Solo en este libro hay unas 450 y todas anteriores a 1976. Haciendo una estimación he calculado que soy capaz de reconocer unas 10.000 canciones.

-Alguno de los temas que aparecen en su libro fueron censurados en su época. ¿Qué opina de la situación actual de la libertad de expresión?

-La censura solo es posible cuando se tiene el control de los medios tecnológicos, por lo que hoy en día la censura es una idiotez por parte del poder. El fenómeno que sí que debería preocuparnos es la autocensura. Los músicos de hoy tratan de ser políticamente correctos y buscan el aplauso continuo de sus followers.