Todos hemos fantaseado alguna vez con las historias que se esconden detrás de cada una de las personas con las que nos cruzamos en el día a día. Personas que aparentan normalidad pero que esconden historias tremebundas. De estos relatos imaginarios se ha servido Juan José Millás para construir el universo de su último libro, Que nadie duerma, un texto que discurre a bandazos entre la fantasía y el realismo y que supone una nueva incursión de Millás en el territorio fronterizo entre lo que es ficción y lo que no.

«Lo que llamamos realidad es una ficción consensuada. En la novela se establece una lucha entre dos ficciones, una que llamamos realidad, que es la ficción aceptada, y los delirios de la protagonista. Tenemos la realidad como algo dado e inmutable y no, la realidad es, como decía Castaneda, lo que llamamos realidad», dice el autor.

Que nadie duerma cuenta la historia de una mujer que pierde su trabajo de informática porque su empresa quiebra de forma fraudulenta. A partir de ahí, una serie de casualidades hacen que acabe en el sector del taxi. A través de las conversaciones que mantiene con sus clientes, Laura, que así se llama, comienza a conocer a una serie de personas que le dan la oportunidad de vivir exóticas experiencias. Mientras, Laura vive enamorada de un hombre al que apenas conoce y obsesionada con Pekín, una ciudad en la que se imagina estar mientras conduce su taxi maquillada como si fuera oriental. Su obsesión surge por la relación entre su enamorado y la ópera de Puccini Turandot, ambientada en la capital china, una melodía que se coló en su apartamento y que no puede abandonar. Todo esto aderezado con pasajes que permiten conocer el submundo en el que vive la protagonista, marcada fuertemente por su pasado.

UNA SORPRESA CONTINUA

Los géneros narrativos ayudan a comprender las historias que leemos. Son un pacto dentro del cual el autor de un libro se mueve entre sus límites y que permiten imaginar el devenir de lo ya leído. Este no es el caso de Que nadie duerma, un libro donde cada nuevo personaje pone en marcha resortes que acaban construyendo relatos sorpresivos. «Los géneros son una enfermedad que tiene la literatura. Los ingredientes de esta novela (el humor, el terror, lo erótico...) en la vida los tratamos en compartimentos separados y aquí aparecen juntos», dice Millás.

Las aves son otro de los ejes de este relato, unos animales que el propio escritor admira: «Los pájaros son animales muy inteligentes y representan la libertad. Siempre que nos imaginamos el grado máximo de libertad que podríamos alcanzar pensamos en volar», admite el valenciano.

Después de una carrera salpicada de reconocimientos, Juan José Millás ha vuelto a las librerías para tratar de embriagar a los lectores con el mundo casual de su nueva novela. Ayer estuvo en Zaragoza para presentar Que nadie duerma, y el lugar escogido para hacerlo no pudo ser más oportuno: la librería Los portadores de sueños, lo que puede no ser tan casual como aparenta, ya que, como cuenta Millás, «Borges decía que el azar es una forma de causalidad cuyas leyes ignoramos». «El ser humano está fantaseando continuamente. Somos hijos de los sueños y de la fantasía, y por eso nos gustan las historias surrealistas. Las personas normales son las más raras del mundo», reflexiona Millás.