El Museo de Altamira cumple 18 años en el edificio diseñado por el arquitecto Juan Navarro Baldeweg, mientras prepara la renovación de su instalación museográfica teniendo como apoyo la realidad aumentada, para seguir siendo un sitio clave para entender la historia de la Humanidad.

Los 5 millones de visitantes recibidos en sus 18 años de vida -280.000 el pasado año- han superado las expectativas generadas en 2001 cuando los Reyes inauguraron ese edificio que alberga la réplica de la sala de los polícromos de la cueva original para preservar el frágil arte paleolítico, a la vez que acercarlo al público.

Con motivo de este aniversario, la directora del Museo y Centro de Investigación, Pilar Fatás (Zaragoza, 1971), explica que el principal valor de Altamira es que «permite conocer y entender cómo era la época paleolítica, tanto a través de su arte como de la fauna y la flora que habitó este rincón hace más de 20.000 años».

«UNO DE LOS MAYORES HITOS»

Fatas asegura que Altamira sigue siendo «uno de los mayores hitos del arte paleolítico europeo» y una de las cuevas más destacadas por sus manifestaciones artísticas, ya que los bisontes de hace 14.000 años constituyen «lo más icónico» del sitio, que por su estética «son una obra maestra del arte rupestre paleolítico».

Además, sigue siendo un «tesoro» a medio descubrir, donde gracias al proyecto Los tiempos de Altamira se ha podido caracterizar el momento de ocupación de la cueva, entre finales del Solutrense (hace unos 20.000 años) y el Magdaleniense (13.000 aC).

El uso del método uranio-torio ha permitido datar figuras recién descubiertas y crear el nuevo marco cronológico para el arte de Altamira, de forma que en 2012 se supo que el signo más antiguo en la cueva tiene 36.000 años, lo que ha obligado a recomponer todo el cuadro cronológico que hasta entonces se manejaba.

Según Fatás, la cueva aún podría guardar algunos secretos como lo constatan las figuras recién descubiertas -unas mano- mediante nuevas tecnologías que permiten ver el arte que el ojo no ve en las paredes, lo que ayudará a confeccionar un catálogo completo del arte de los cazadores-recolectores prehistóricos y del paleoambiente.

La directora de Altamira asegura que el balance de los 18 años del museo es «muy positivo y satisfactorio» por la alta valoración que los visitantes hacen de toda la propuesta museística que desarrolla en la instalación, tanto exposiciones como otras actividades culturales paralelas como conciertos o talleres.

Atrás queda la década de los 70 del siglo pasado, cuando las visitas masivas a la cueva original pusieron las pinturas en grave riesgo de destrucción. Hoy solo 250 personas al año pueden acceder a la cavidad mientras el museo, según Fatás, «ha cubierto las altas expectativas del público» por conocer Altamira y su tiempo.

Cuando se inauguró la conocida como Neocueva, la tecnología utilizada en la reproducción de las pinturas fue puntera, pero hoy los nuevos tiempos permiten explorar -según Fatás- las posibilidades de la realidad aumentada, que posibilita conocer y descubrir todos los detalles de Altamira en época paleolítica.

La directora aragonesa asegura que en esta línea se trabaja de cara a los próximos años, junto a la renovación integral de toda la instalación museográfica con nuevos recursos y nueva información, que permita completar la actualización del conocimiento científico acumulado en este tiempo y aplicarlo a la propuestas de contenidos expositivos.

Pero, ¿cuál es el estado de salud actual de la cueva y de las pinturas de la llamada Capilla Sixtina del arte rupestre? Para Fatás, las pinturas «corren peligro como todo arte rupestre porque son algo muy frágil, porque están hechas con pigmentos naturales aplicados con agua sobre la roca, pero tampoco se ha de dramatizar. El estado de conservación de la cueva de Altamira es más que aceptable», apostilla.

CAVIDAD MONITORIZADA

En este sentido, recuerda que la cavidad está monitorizada de forma permanente y son varias las líneas de investigación abiertas para seguir los principales riesgos y para buscar soluciones a los mismos atenuándolos, con el objetivo de que se pueda «conservar la cueva para el futuro. Al menos, como la tenemos actualmente», confía.

La aragonesa Pilar Fatás es directora de Altamira desde julio del 2016 cuando fue nombrada en sustitución del también aragonés (su ciudad natal era Uncastillo) José Antonio Lasheras, con el que había trabajado codo con codo durante 16 años (ella era subdirectora hasta entonces), y que falleció trágicamente en un accidente de tráfico. El nombramiento de Pilar Fatás se produjo después de un dictamen de la comisión de expertos.

Está previsto que este año se reúna por fin el Patronato de Altamira tras varios meses de espera debido a circunstancias políticas. Así lo aseguró el ministro de Cultura en funciones, José Guirao en la visita que realizó al centro la semana pasada por su 18 aniversario. En ella, resaltó que su departamento y la Consejería de Cultura «están trabajando para fijar posibles fecha para celebrar el Patronato, fechas condicionadas a que se constituya el nuevo Gobierno del Estado».