La crisis del coronavirus se ha llevado por delante buena parte de los ingresos de muchos profesionales del tejido cultural aragonés. Uno de los colectivos más afectados es el de las actrices y actores freelance que trabajan para varias compañías y dependen por tanto de que las funciones se puedan representar. Lo sabe bien Laura Plano, uno de los rostros más conocidos y experimentados de la escena teatral zaragozana. «Nosotros solo cobramos el día que actuamos, así que imagina cómo estamos», subraya Plano, que lleva desde antes de la pandemia sin subirse a las tablas. En este tiempo ha perdido «una decena de bolos» y algo de fe en la profesión. «Este es un trabajo en el que la estabilidad económica no existe, pero lo del covid ha sido la puntilla», indica.

Independientemente de la pandemia, Plano lamenta que la actual infraestructura teatral aragonesa «no alcanza para dar de comer a todos los actores», algo que no sucedía hace unos años. «Hace tiempo la situación era bastante mejor; pero esto es algo que ha pasado en todo el país», señala la actriz zaragozana, que también se queja de lo escasamente regulado que está el sector. A pesar de todo, Plano es consciente de que aún hay compañeros en una situación más complicada. Ella, al menos, es profesora en el Teatro de las Esquinas y de octubre a junio recibe un sueldo fijo todos los meses. «Como soy fija discontinua ahora estoy cobrando el desempleo; también intenté solicitar el paro de artista pero al final desistí porque hablar con el servicio público de empleo era una misión imposible», denuncia.

En esta línea, Plano se muestra crítica con la gestión de la administración durante la pandemia y asegura haberse sentido «en una situación de desamparo total». «Cuando irrumpió el coronavirus, en las Esquinas nos hicieron un ERTE, pero lo cobré muy tarde; de hecho, estuve desde marzo hasta finales de mayo sin cobrar nada», lamenta la actriz, que critica que tampoco puede solicitar «ningún tipo de ayuda». «Las compañías pueden pedir las subvenciones a las estructuras, pero nosotros nada de nada», señala.

A pesar de la inestabilidad de su sector, Plano asegura que nunca habían vivido una crisis como esta y subraya que lo peor es la incertidumbre respecto al futuro. «No sé si la gente se apuntará a clases de teatro o si el público querrá ir a ver una obra; hay muchas dudas y esa inquietud es lo que más desasosiego genera», reconoce la actriz, que, no obstante, está convencida de que ahora mismo un teatro «es mucho más seguro que un bar o un centro comercial».

Por si todo esto fuera poco, Plano reconoce que lleva años trabajando «mucho menos» de actriz que antes. «Para las mujeres de mi edad hay pocos papeles. Si coges cualquier obra, el porcentaje de hombres es mucho mayor y los personajes femeninos suelen ir entre los 20 y los 40 años. A las actrices de nuestra edad se nos olvida, es una realidad», lamenta la zaragozana, que tiene 57 años.

Adversidades al margen, Plano no se arrepiente de nada tras toda una vida dedicada al teatro y se siente una afortunada por haberse podido dedicar «a la profesión que amo». «Siempre se ha reconocido mi trabajo y he sentido el respeto de mis compañeros», destaca. La única duda que le surge es qué hubiera ocurrido con su carrera si se hubiera trasladado pronto a Madrid. «En otro sitio igual hubiera trabajado más, pero ahora eso ya da igual», zanja.