Revelado en el 2011 con aquel moderno Breve encuentro llamado Weekend, Andrew Haigh (Harrogate, North Yorkshire, 1973) se ha confirmado con cada nuevo proyecto en cine y televisión, de Looking a 45 años, como gran narrador y lúcido humanista. El pasado viernes llegó a nuestra cartelera Lean on Pete, historia de un joven que busca, acompañado del caballo del título, un lugar al que pertenecer.

-Algunas de las mejores películas recientes, como ‘The rider’, ‘Thoroughbreds’ y ‘Lean on Pete’, giran un poco en torno a caballos.

-Los pobres animales no suelen acabar bien. He oído hablar de la tendencia del caballo moribundo [risas]. Creo que es solo una coincidencia. O, quizá, tenga algo que ver con que las historias que giran en torno a caballos están muy relacionadas con la mitología de Estados Unidos. En un momento político como el que vivimos, la gente quiere entender el país donde vive, y quizá eso esté llevando a los directores a contar esta clase de historia.

-¿Qué películas sobre caballos le gustan? ¿Tiene alguna favorita?

-En realidad no tengo ninguna, si le soy sincero. No me interesan especialmente los caballos. Para mí una película de referencia sería Kes, de Ken Loach, que trata sobre un cernícalo, pero todavía más sobre un chaval y la situación por la que está pasando. No repasé Belleza negra, ni El corcel negro... No vi ninguna de esas películas.

-El tráiler español de ‘Lean on Pete’ es engañoso: hace que parezca una película familiar sobre un chico y su caballo, cuando es algo bastante más crudo.

-Estoy de acuerdo. En todos los países donde se ha estrenado, ha tenido un tráiler bastante similar. Entiendo que puede ser difícil de promocionar, pero no es una película sobre un chico y su caballo. Esto me frustra un poco. Yo quiero que la gente vaya a ver Lean on Pete, pero que vaya sabiendo lo que es.

-¿Cómo descubrió la novela original de Willy Vlautin? ¿Era fan de Richmond Fontaine, el grupo musical del autor?

-No conocía a Richmond Fontaine cuando leí la novela. Los conozco ahora, obviamente. Leí la novela hace cinco o seis años, me encantó y poco a poco se fue asentando en mi cabeza la idea de hacer la película. Me pareció muy interesante su forma de observar Estados Unidos y la historia de este chico, como con una especie de prisma wéstern, sin ser un wéstern en realidad.

-Usted observa Estados Unidos, incluso sus partes más aparentemente oscuras, con una mirada equilibrada. ¿Es el beneficio de ser un extranjero?

-Todo se arraiga en una idea tan simple como recordar que nadie es bueno o malo. Mucha gente de la historia debe ser votante de Trump. Es muy fácil vilipendiar a esas personas. Puedes estar en desacuerdo con su elección política, pero es importante verlos como personas humanas, con sus motivaciones y sus vivencias.

-En la obra de otro director, un votante de Trump no habría ofrecido agua al protagonista. Los pequeños momentos de compasión son importantes en el filme.

-De hecho, en muchos sentidos, sobre eso trata. Sobre la importancia de la piedad y la amabilidad y cómo vivimos en un mundo donde nadie se ayuda. Todo lo que Charlie necesita es alguien que le cuide, que mire por sus necesidades. Esos pequeños momentos de compasión son emotivos porque sabes que está falto de cariño.

-Es refrescante encontrarse con una historia sobre la compasión. Ahora mismo, casi todas las historias son sobre el poder.

-Es cierto que eso sucede, y quizá tenga sentido en un mundo como este, pero en esa búsqueda constante del poder, la gente olvida las cosas que en realidad necesita.

-Quería hablar un poco sobre su serie ‘Looking’, a mi parecer muy infravalorada. ¿Ha superado ya la acogida tan extraña que tuvo, sobre todo en las primeras semanas?

-Creo que fue absolutamente incomprendida. Es curioso como, pasado el tiempo, esas voces indignadas se han ido apagando y todo el mundo te dice que era fan. Cuando se estrenó, mucha gente tenía ciertas expectativas. Querían ver a los gays retratados de cierta manera. Yo solo quería contar una historia sobre unos amigos, unas personas buscando intimidad, siempre desde un ángulo modesto, tierno. Fue una experiencia extraña. Yo creía que había hecho una serie simpática y la gente fue terriblemente antipática con ella. ¿Por qué? ¿Por qué se enfadó tanto la gente?

-En cierto modo, quizá influyó el hecho de seguir en la parrilla a ‘Girls’.

-Totalmente. Querían algo más cínico, ingenioso... Y la serie no era eso para nada. Lo más triste de todo es que, al haber tenido tan poca audiencia, servirá para otras cadenas como excusa para no hacer series muy gays. Hubo muchos gays que se pronunciaron contra la serie, lo que llevó a que mucha gente, gente hetero por ejemplo, a preferir no decir cosas buenas sobre ella, pensando que podían indignar a un cierto público gay. Es un mundo confuso, este en el que vivimos.

-Tras la cancelación tuvo la suerte de poder rodar un telefilme, ‘Looking: The movie’, a modo de broche de oro.

-Quería una tercera temporada, al menos, pero solo nos dieron la opción de hacer esta especie de episodio largo, en plan peli. Michael [Lannan; creador de la serie] y yo siempre quisimos reunir a Richie y Patrick. Sobre todo, aquello fue una excusa para juntarnos todos de nuevo y dar algo de claridad al final de la historia.

-Reunir a Richie y Patrick fue puro ‘fanservice’, ¿no cree?

-¡Lo fue, lo admito!