Es una jornada de alguna manera festiva o conmemorativa, pero también y sobre todo reivindicativa. El viernes se celebra el Día de las Librerías, y más allá de que se ofrezcan descuentos del 5%, de que algunas se mantendrán abiertas hasta las 22 horas o de que se hayan programado presentaciones de libros y otras actividades (que, por otra parte, suele haber cada semana), es una jornada en la que se busca dar visibilidad a las librerías como comercios de cercanía frente a, entre otras cosas, las grandes plataformas de venta on line. De ahí el lema de esta edición, Las librerías nos tocan, que hace referencia a esa cercanía entre el librero, el libro y el lector que ofrece este tipo de establecimientos.

«El lema obedece a esa reivindicación de las librerías como comercio de proximidad, que necesita apoyo como todo el comercio local y no solo las librerías, pues es apostar por una forma de vida hacia la que atenta directamente el comercio digital», comenta Paco Goyanes, de la librería Cálamo de Zaragoza.

Pero más allá del comercio digital hay otros condicionantes que agreden a esa venta directa de libros y que, según el observatorio de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (Cegal) han conllevado una reducción del 3,3% las ventas durante el año 2018 respecto al año anterior, afectando, sobre todo, a las librerías pequeñas. «Además de esa facilidad de conseguir libros por internet que nos afecta a las librerías directamente, el mercado del libro poco a poco va decreciendo también por la gran competencia que hay con los medios audiovisuales, las series de televisión, los videojuegos...», cuenta Óscar Martín, presidente de la Asociación de Librerías de Zaragoza.

Martín, propietario de la librería Siglo XXI, tiene claro que estos establecimientos aportan un plus que nunca tendrá la venta on line «ni tampoco el resto de las formas audiovisuales de ocio», dice, «pues el poder ir tranquilamente a una librería, ver libros, tocarlos, hablar con el librero y no solo en el plano comercial, sino también en la vivencia que él ha podido tener con ese libro y después elegir es algo que las otras no te pueden dar», recalca.

Paco Goyanes, por su parte, insiste en esa magia de la cercanía del lector con la librería, y a pesar de que las cifras van a la baja y que según el observatorio de Cegal casi un 45% de libreros considera que el próximo año va a ser malo para el sector, él asegura que «soy optimista. Es posible que puntualmente en 2018 las ventas bajaran algo, pero no es una situación de catástrofe. En España el sector del libro es muy importante y tiene un gran peso en el PIB. La gran crisis fue en el 2008 y desde entonces nos vamos recuperando poco a poco, vamos resistiendo bien, como todo comercio. El libro es un sector muy resistente a la crisis», señala.

Además, Goyanes alaba la red de librerías que existe en Aragón, «no solo en Zaragoza», y que a su entender «es modélica en toda España; en Zaragoza y Huesca la librerías son muy ricas, muy diversas, un auténtico lujo en comparación con otras ciudades», remarca.

Así, a esta reivindicación de su papel como comercio de cercanía, las librerías reclaman un pacto de Estado por la lectura con acciones concretas e igualdad de competencia con las grandes plataformas on line, es decir «trabajar en igualdad de condiciones, lo que significa entre otras cosas, igualdad fiscal», apuntan desde Cegal.

En este sentido, Óscar Martín, afirma que no sabe exactamente cómo está la situación fiscal con las plataformas, «pero sí que está claro que tienen más facilidades que nosotros que tenemos que hacer pedidos mínimos, pagar un transporte, hay unos plazos de pago y un margen de tanto por ciento de devoluciones, por lo que está claro que ellos lo tienen más fácil», concluye. H