Cuando a Madame du Deffand le preguntaron si creía en los fantasmas, la marquesa, celebridad de las letras francesas del siglo XVIII, contestó: "No, pero me dan miedo". Quizá conocedores de la anécdota, los autores y editores españoles de literatura de terror valoran si el género está en crisis con un no, pero asusta . Porque aunque haberlos, como las meigas, haylos, los aficionados al miedo escrito parecen languidecer en España. Haciendo de tripas corazón, sin embargo, también hay quien cree que el del terror es hoy un nicho desatendido que podría resucitar en paralelo a su auge cinematográfico --ocho películas en cartelera--. Ahora, iniciativas como la nueva colección Hades de Minotauro y recreaciones como las de José Carlos Somoza en La dama número trece , Albert Sánchez Piñol en La piel fría y Alfredo Conde en Romasanta (acompañada de película) parecen revivir el debate.

UNA INDUSTRIA EXANG E

Frente al mercado anglosajón, donde el terror aún es sólido, los editores españoles apenas se atreven con un centenar de títulos al año y tiradas de 2.000 ejemplares. Dos estilos marcan tan fúnebre producción: el de grandes sellos como Plaza & Janés con Stephen King y Ediciones B con Anne Rice, que se desviven por los best-sellers extranjeros y el miedo de manual: "Lo demás fracasa", dice Deborah Blackman, de Plaza. En el otro extremo, editoriales especializadas como La Factoría de Ideas, Jaguar y Valdemar apuestan por una labor de zapa: "No se publica terror por dinero, sino por vocación", alerta Juan Luis González, de Valdemar. "Para editar relatos de miedo y sobrevivir hay que saber que los 10.000 ejemplares de nuestro ´long-seller El monje,´ de M.G. Lewis, son una excepción que obliga a vender por goteo durante más de 10 años".

TRADICION ESQUELETICA

Tampoco los autores se dejan tentar por el género, tal vez por la ausencia de tradición propia y por la "inquisitorial querencia al realismo" de la literatura española, según el especialista Jesús Palacios. Escritores como Javier García Sánchez, Arturo Pérez-Reverte, José María Merino, Espido Freire y Félix J. Palma han flirteado con el género sin adscribirse a él: "A mí me interesa inquietar --cuenta Cristina Fernández Cubas, autora de El ángulo del horror --, pero jamás diría que hago terror. El problema es que en este país todo lo heterodoxo se mete en el cajón de la literatura fantástica". Desconocidos para el gran público, autores como Norberto Luis Romero y Pilar Pedraza se resignan a vivir en el umbral de la profesionalidad: "El terror no da para comer", confirma Pedraza.

LA SOMBRA DEL PUBLICO

¿Hay un lector específico de terror? Mientras algunos editores lo dudan, especialistas como Palacios creen que "no hay uno, sino dos que dividen el mercado": unos, los adictos al fandom --minoritarios y "cercanos al freak, el gore y las vísceras"--, sucumben a la subliteratura; otros, lectores comunes o aficionados al thriller psicológico, rehúyen la sangre pero acaban siendo "carne de best-seller". Convencidos de poder corregir esa fractura, editores como García Lorenzana, de Minotauro, creen que hay "lectores potenciales, los que ven Los otros o El sexto sentido, huérfanos de títulos". Pesimistas sobre ese público, formado según González "por espectadores que no siempre leen", investigadores como David Roas creen que el declive del género se debe más a cuestiones estructurales, como "la escasa calidad, la nula promoción o el desinterés de los medios", que al déficit en la demanda.

ESTIGMAS DEL MAL

Menos aceptada que la fantasía o la ciencia ficción, la literatura de terror sufre los prejuicios de industria, lectores y, al decir de Roas, también de crítica y academia: "Se minusvalora, a los estudiosos les suena a fancín y a perversión enfermiza". A Blackman, el argumento del estigma le parece pobre: "El género está mal visto, pero otros con menos prestigio venden más". Abierto el debate, resulta difícil profetizar si el género saldrá de su actual mazmorra. Tal vez, como apunta Fernández Cubas, "la gente se ha dado cuenta de que el terror ha pasado de la ficción a los telediarios".