Talleres para niños en los que las letras se convierten en espantapájaros, encuentros de autores con sus lectores, palabras acompañadas de música en un concierto, libros que viajan en autobús y, sobre todo, firmas, muchas firmas. Hasta un centenar de autores dedicaron ayer sus obras, y también lo harán hoy, en este último fin de semana de la Feria del Libro de Zaragoza que concluye plena de actividades y, sobre todo, con gratas sensaciones para escritores y libreros.

El cambio de ubicación de la cita literaria, ya con este hace tres años, a la plaza del Pilar, ha suspuesto un revulsivo para la feria. Es la impresión general, aunque también tiene sus detractores, como Fernando Jiménez Ocaña, propietario de Onagro Ediciones y también escritor, quien mantiene su preferencia por el paseo Indepenencia, «pues la plaza del Pilar es el salón de la ciudad, pero también el horno de la ciudad».

Y es que el calor ha sido uno de los principales condicionantes de esta semana de feria. Pero como dice el escritor Roberto Malo, «no podemos quejarnos del sol, cuando el año pasado, por ejemplo, la lluvia hizo de las suyas y fue mucho peor». El caso es que nunca llueve a gusto de todos, y nunca mejor dicho.

Aún así, y a pesar del calor, «que hacía que la gente no se acercase hasta más de las siete de la tarde», la impresión general es que ha sido una buena feria. El propio Jiménez Ocaña reconocía que le había ido «bastante bien», sobre todo con su último libro, El maestro del arpa dorada, aunque apunta, «no como a Michel», refiriéndose a Michel Suñén, que ayer por la tarde firmaba ejemplares a su lado en la caseta de Onagro.

Suñén es, posiblemente, junto a los autores clásicos aragoneses como José Luis Corral o Juan Bolea, uno de los grandes triunfadores de la feria con su última novela Trimen. «Realmente me ha ido muy bien y la novela ha gustado mucho. Habré firmado más de 100 ejemplares esta semana», decía ayer cuando apenas se habían abierto las casetas por la tarde.

Suñén apunta que lo mejor de las ferias es que se produce un efecto dominó y si alguien conoce una de tus obras, se interesa por las otras. «Me pasó el otro día; una señora había comprado Trimen y Psicario en el Día del Libro, y el otro día vino a llevarse todo lo que había escrito y le firmé seis libros distintos».

En la misma línea se manifestaba ayer el escritor Luis Zueco en la caseta de Mira Editores. Zuecoe ya estuvo firmando en Zaragoza el pasado fin de semana y hoy lo hará en la feria de Madrid. «La verdad es que me ha ido muy bien, pues el sitio es muy bueno, hay mucho movimiento y se nota. Lo mejor es que un libro, si ha gustado, lleva a otro, y acabas firmando distintos títulos de tu obra. Aunque lo mejor, señala el escritor borjano, es cuando pasa gente que no te conoce y viendo la novela habla contigo y se anima a comprarla».

Esther Muñío, de la Librería París, también se mostraba contenta con el resultado de la feria. «Para nosotros ha sido perfecto, aquí la gente no va de paso como en Independencia y viene a comprar libros. El otro día, se formó un corrillo de lectores debatiendo con los escritores y eso no se puede hacer en Independencia». Muñío apuntaba, sobre las ventas, que el libro más demandado en su stand habían sido Largo pétalo de mar de Isabel Allende.

CIERRE A LO GRANDE

Roberto Malo ha ido alternando casetas estos días y su experiencia ha sido más que satisfactoria. «Me ha ido muy bien todos los días, ha acompañado el tiempo y he tenido muchas firmas pues tengo desde obras para adultos, para jóvenes y cómics. Sin duda muy bien».

Y es que los cómics también tienen su público y la feria es un buen escaparate. En la caseta de Malavida, Xcar se congratulaba por los resultados y destacaba que, sobre todo, se habían vendido tebeos infantiles como Paco Miko o Supermala.

Y en otro ámbito totalmente distinto, Paco Goyanes, de Cálamo, tildaba la feria como «correcta». Redundando en el calor que se ha sufrido, mostraba una moderada satisfacción destacando haber vendido libros que no son fáciles, como Malaherba, de Manuel Jabois u Otra vida por vivir, de Theodor Kallifatides; y sobre todo, Las palabras rotas de Luis García Montero y Los asquerosos de Santiago Lorenzo.

La feria zaragozana cierra hoy con una jornada que se espera masiva, tanto de firmas como de público.