Los editores españoles presentes en la Feria del Libro de Fráncfort hicieron ayer sus maletas, en general, con cierta satisfacción. Regresan con la sensación de que la literatura en castellano empieza a ser objeto de interés generalizado en el área lingüística anglosajona y en los países del este europeo. El efecto Ruiz Zafón y La sombra del viento abren camino a una tendencia que empieza a concretarse en autores y grupos de peso, pero también entre pequeñas editoriales y sus autores que pugnan por competir.

Esa vía no va a romper, de momento, la supremacía de la literatura en inglés, pero sí abre una grieta en ese casi monopolio, especialmente en la literatura de ficción, la novela. El caso de Almudena Grandes --con su obra traducida a 22 idiomas, pero no al inglés-- es significativo. A partir del 2005, y 3 años después de que la editorial Tusquets publicara Los aires difíciles el libro llegará con todos los honores a Inglaterra, Australia, Nueva Zelanda y Canadá.

El mercado literario de Fráncfort ha mantenido el interés por autores ya consagrados --Enrique Vila-Matas, Manuel Rivas, Fernando Vallejo-- y primeras novelas convertidas en éxitos, pero también ha quedado de manifiesto un alto interés por manuscritos aún no acabados o novelas a punto de aparecer. En este último apartado figura 2666 del fallecido Roberto Bolaño, una extensa obra de 1.100 páginas que Anagrama editará a final de mes.

Reconstrucción , la nueva novela de Antonio Orejudo, aparecerá en febrero bajo el sello Tusquets y un año después llegará a los lectores italiano, ingleses, franceses y alemanes. También hay interés por las obras no publicadas de Antonio Alamo, El incendio del paraíso . Caso aparte merece Bernardo Atxaga y El hijo del acordeonista . El autor vasco es muy conocido fuera de España gracias a Obabakoak , uno de los libros más traducidos a lenguas extranjeras.

En cuanto al balance general, la feria cerró con un balance en principio positivo aunque con muchas dudas sobre el futuro de la muestra que actualmente es la más grande del sector. Las dudas empiezan con la falta de continuidad en la dirección. Además, hay temores sobre la posibilidad de que los propietarios de la Feria, la Asociación de Libreros Alemanes, vendan la muestra.