La franqueza callejera, la poesía directa de la rumba del alma subió ayer al escenario del Príncipe Felipe para hacer que un grupo de niños iraquíes puedan pasar 30 días este verano en un campamento en Cáceres de la mano del colectivo Save the Children . Zaragoza respondió ayer al concierto solidario organizado por Los 40 principales con las 9.200 entradas vendidas y todo el pabellón como un firmamento de lucecillas azules (los bolis luminosos de Siemens), de barquitos de papel y de manos juveniles tendidas hacia los músicos.

"¿Estaréis borrachos aún?" preguntaba dinámico David Muñoz, de Estopa, a la teniente de alcalde de Cultura, Rosa Borraz, fuera de las tramoyas. Toda la fiesta musical, anoche, estaba bañada de la alegría por la Expo, y los presentadores de Los 40 Principales vestían las camisetas azulinas con la ZH2O "Es la cuarta vez. Sois la ciudad solidaria número uno", dijeron.

David Demaría hacía flexiones de torero en el patio de estoques, a punto de abrir la noche. Apuró el botellín, se ajustó las solapas y se lanzó a aquel mar de peces azules, que en lasv primeras filas era un oleaje de chicas que cantaban al borde del llanto. "¡Arriba esas manos!" gritó el cantante, y con los bolis luminosos agarrados como si fueran micros, todos corearon un "huye del huracán", animoso y fuerte.

"¡¡Guapo!!" exclamaban unas vocecillas rasgadas, y, como a un torero, le lanzaban flores. "Lo importante son los niños esta noche", respondió él, entregado. Inició Barcos de papel y centenares de barquitos blancos se mecieron sobre la punta de los bolis, bajo el escenario.

GRAN AMBIENTE

Dos potentes focos llegaban desde atrás sobre el gentío entero como si se acercara el Titanic a toda máquina sobre aquel oleaje suave de la balada lenta que terminaría dando saltos. Y flotaba ese toque de gracia inexpresable que tiene la gente joven, con todos los follones que puedan tener en la cabeza.

David Demaría diría más tarde, entre pasillos: "Es lo único que podemos hacer, intentar ayudar por lo menos a los niños después de que se les ha destrozado el país y el futuro. Ha sido un placer colaborar. Ojala que otros países adquieran iniciativas como estas".

Iba a salir a escena Antonio Orozco, chaqueta de cuero marrón claro y gorra visera, el rock del alma y pulsación flamenca, entre la melancolía y las ganas de vivir. Este hombre es autor de frases como "malditas sean las palabras, porque ahora son las cadenas de mis sentimientos" que dan ganas de subirse a una moto y no parar hasta Barcelona.

A propósito de su participación en el concierto, el autor del disco Semilla del silencio dijo ayer a este diario: "Siento el compromiso y la responsabilidad de meterme en esto porque creo que es ir al meollo de la cuestión. Serán las sonrisas más agradecidas que se puedan recuperar" Y agregó, más serio que Séneca, a punto de salir a escena: "Necesito compartir las cosas buenas que me están pasando en la vida".

Ya desde el comienzo de la velada se desplagaban carteles en homenaje a Estopa: "Zaragoza es un imán que nos atrae" indicaba José Muñoz, el más callado. Su hermano David bromeaba acerca de la euforia de Belloch: "¿Eso dijo? ¿que no quiere ser francesa? ¡Ay madre". Aseguraron los dos que irán a ese campamento en Cáceres para saludar a los niños iraquíes, los que, dijo David, "encontrarán allí lo que les falta, que es que no disfrutan". Estopa se comprometía a "así llevar algo de paz a esa guerra". En el pabellón les esperaban 9.200 jóvenes agitando estrellas azules.