Ken Loach es uno de los directores habituales de la Semana Internacional de Cine de Valladolid. El cineasta británico vive una especie de idilio con el certamen, y lo refrenda cada uno o dos años viajando hasta la ciudad para presentar su última película.

En esta ocasión se trata de Sólo un beso , una historia de amor y diferencia racial que es una de sus mejores obras. Pero antes de comenzar a hablar del largometraje junto a su guionista, Paul Laverty, y el protagonista masculino, Atta Yaqub, Loach empezó ayer su comparecencia ante los medios "felicitando a todos los españoles por echar a Aznar del gobierno".

Con buena parte de la audiencia metida en el bolsillo, el director de Riff Raf no tuvo muchos problemas para defender la tesis de su película, que apuesta por una mirada en positivo de los conflictos de raza o credo religioso. Sólo un beso narra la compleja relación que viven en Glasgow un joven paquistaní, comprometido en matrimonio por sus padres con una de sus sobrinas, y una profesora de música de origen irlandés.

La relación está condicionada por las estrictas reglas de los paquistaníes musulmanes, pero Loach muestra también la otra cara de la moneda y las convenciones católicas no salen mejor paradas.

Pero el discurso es menos acre de lo que podría esperarse del cineasta: "Hemos intentado demostrar en la película que la sociedad esta cambiando y que las generaciones más jóvenes están implicadas en este proceso de cambio", explicó Loach.

Paul Laverty, por su parte, explicó de dónde vino la idea de la producción: "Cuando se produjeron los atentados del 11-S me encontraba en Tucson. Me impresionó, sobre todo, la reacción contra los extranjeros, contra los musulmanes en particular". "Pero eso no sólo ocurrió en Estados Unidos --prosiguió--, ya que una amiga de Glasgow de origen paquistaní me explicó la violencia que también se había desatado contra ellos".