CICLO: Flamenco Zaragoza

ARTISTA: Chano Lobato

LOCAL: sala Multiusos, del Auditorio

FECHA: viernes, 14 de mayo

ASISTENCIA: 600 espectadores

Llegó, contó, cantó y triunfó. Tratándose de Chano Lobato no podía ser de otra forma. El cantaor gaditano cerró el viernes en la Multiusos el ciclo Flamenco Zaragoza, dejando claras, de nuevo, unas cuantas cosas: que su sabiduría flamenca no tiene límites, que es el rey del compás, que pese a su edad no escatima esfuerzos (cantaores mucho más jóvenes que él deberían tomar buena nota), que mantiene una forma espléndida a sus 77 años, y que cuenta anécdotas con tanta gracia como arte tiene cantando. El viernes, en la previa de su concierto, escribí que Chano cierra una estirpe de cantaores para los que el arte trasciende el flamenco en sentido estricto. No era exagerada la afirmación.

En el capítulo de las anécdotas, con las que trufa la presentación de los cantes, llegó a arrancar carcajadas. Volvió a relatar la suculenta historia del robalo y el farol finicio , recordó los tiempos en los que venía a Zaragoza con la compañía del bailaor Antonio ("qué de borracheras; no como ahora, que el médico me dice que si tengo azúcar, que si tengo café"), y adjudicó al histórico cantaor Ignacio Espeleta la creación del famoso tirititrán que adorna las alegrías, en una velada en la que, pasado de alcohol, olvidó una letra.

En los cantes, brilló por tangos, soleá, alegrías, tanguillos, fandangos y bulerías, compás en el el que mete cuantas referencias musicales le vienen en gana. Casi al final de su actuación, se emocionó al recordar la enfermedad que aqueja a su hijo Chano. Pronto se sobrepuso para evitar que nos quedara un amargo regusto. Así es Chano Lobato: la vitalidad, el entusiasmo, el pulso y la vibración de un espectáculo flamenco que es toda una lección de vida.

Al gaditano le acompañó el excelente guitarrista Paco Cortés, quien hizo doblete, pues también tocó María Toledo, la joven cantaora que abrió la velada. María tiene una voz muy madura para su edad (21 años) y un conocimiento notable del terreno en el que se mueve. Su manera de hacer le emparenta con artistas como Carmen Linares, pero respira con aliento propio, inspirándose en hallazgos de cantaoras de fuste ya desaparecidas.

Y en haber del balance de ciclo anotamos tres nombres: los de Menese, Piñana y Lobato.