LUGAR Y AÑO DE NACIMIENTO VALLADOLID, 1935.

INICIOS SE INICIO EN LA RADIO. ACTRIZ PROFESIONAL EN 1955, CON LA COMPAÑIA DE PEPITA SERRADOR.

TRAYECTORIA HA COMPAGINADO TEATRO Y TELEVISION. EN 1979 ESTRENO ´CINCO HORAS CON MARIO´, CON LA QUE ESTUVO 10 AÑOS EN CARTEL.

ACTUALIDAD TRABAJA EN LA SERIE DE TV ´UN PASO ADELANTE´. VUELVE A ´CINCO HORAS CON MARIO´ DE MIGUEL DELIBES, QUE DESDE HOY ESTA EN EL PRINCIPAL.

--Hablar con un muerto durante más de una hora, recriminándole, ¿no es el colmo de la incomunicación? ¿Teatro del absurdo?

--De absurdo, nada. Si la incomunicación es absurda, hay entonces muchos vivos que están muertos. La cosa se ha actualizado mucho. No hay menos incomunicación entre Carmen y ese Mario de cuerpo presente que toda esa gente que está colgada del móvil. La incomunicación es de siempre; ahora va a más o de otra manera.

--Perdone el tópico: ¿Dónde aprendió a llorar tan bien?

--No sé. Yo creo que todo el mundo llora bien cuando llora de corazón. Son etiquetas que te ponen, como te podrían poner la de llorar mal. Parte de mi trabajo es llorar bien, como reír bien, como actuar normal o exagerada. Tratar de comunicar a través del sentimiento. Pero no creo que llore mejor que nadie.

--¿Qué le ha dicho Delibes?

--Me ha dicho cosas muy agradables, y es una persona que no regala el oído a nadie. Me ha dicho que soy su Carmen Sotillos. Que él tenía antes una voz y una imagen de Carmen cuando escribió la novela, y que le ha desaparecido. Que ahora a la que realmente ve es a mí, por ejemplo.

--En 25 años ¿Se ha ido usted distanciando del personaje o lo tiene ya como una segunda piel?

--Yo creo que todos los personajes que haces son una segunda piel. Lo que pasa es que a través del tiempo vas dedicándote a hacer otras mujeres. Miro a esta mujer y la entiendo en la distancia de otra manera.

--Usted misma, ¿se parecía más a esa Carmen Sotillos pequeño burguesa antes que ahora?

--Yo creo que nunca me he parecido a ella. Cuando estrenamos esta función acabábamos de estrenar libertades; entonces había muchas cosas que yo no entendía de Carmen Sotillos. Por ejemplo, la juerga que se traía con la guerra, cuando en mi casa y en mi vida se había vivido de otra manera todo esto, desde el otro lado. En cuanto a condicionamiento social yo vengo de otras raíces.

--Después de tantos años, ¿sigue riéndose la gente ante el velatorio?

--Se ríen con el sentido del humor socarrón de Miguel Delibes, que aflora en la obra. Depende también del día y del público. Pero desde que hemos repuesto esta pieza el teatro está lleno en todas partes.

--¿Y a usted, no le cansa?

--Yo lo paso con la gente ahora como no lo he pasado nunca. En esta etapa mi disfrute ha sido total, porque me divierto paseando por el texto. Ha desaparecido mucha de la crispación que había. En fin, es otra manera de ver la historia. Menos dramática, aún siendo la misma.

--¿Es usted consciente de que ´Cinco horas con Mario´ ha educado a la gente?

--Sí, porque hay mucha gente que me encuentro de treinta y tantos y cuarenta años que la primera función que ha visto es ésta y que se ha quedado enganchada al teatro. Y ahora, a través de la televisión hay un público que me descubre y va al teatro a verme y se le abre un mundo, porque el texto comunica fácilmente. Delibes tiene esa virtud de utilizar la palabra justa y descriptiva que, con un monólogo, por allí pasean un montón de personajes.

--¿En qué medida la belleza física le ha ayudado como actriz?

--Bueno, yo no he sido una belleza, sino del montón corriente y moliente. Ahora me dicen: estás más guapa que cuendo eras joven. Y digo, pues hija mía, pues qué desastre, ¿no? (ríe). Podré tener mi sonrisa que guste, pero en cuanto a belleza, no he tenido ninguna.

--Quizá guarde esa energía como señal de que no le ha ganado el tiempo la batalla.

--Sí. Yo creo que en ese sentido, sí. A pesar de los años, y ya tengo muchos, creo que me encuentro bastante más a gusto dentro de mí y he aprendido cosas con las que vivo bien conmigo. Eso te da la sensación de bienestar que se refleja en la cara, se refleja en todo.