Música, mucha música. El desierto de los Monegros se convirtió en la capital de la música electrónica una vez más. 35.000 jóvenes, y no tan jóvenes, se dejaron llevar por los seductores ritmos electrónicos que envolvieron durante 20 horas cada uno de los rincones del recinto de tan singular acontecimiento. Longaniza para reponer fuerzas, cerveza y agua para combatir el asfixiante calor y fruta, mucha fruta, para mantener una limpia sonrisa a la luz del día. Tres complementos perfectos para la mejor música electrónica del planeta, que como cada año, llega hasta tierras aragonesas para hacer bailar a quien le apetezca.