"La vida es una palabra; el querer vivir, un grito". Alrededor de ese concepto de querer vivir desarrollada por el filósofo Santiago López Petit se desarrolla la exposición de arte contemporáneo abierta en La Lonja con un encuentro de doce obras pertenecientes a dos colecciones: la de la Fundación La Caixa y la de Artium, de la Diputación alavesa. Tres infinitivos radicales: Amar, pensar y resistir agrupan a nuevos creadores ajenos al mercantilismo, la banalización y el gusto por el espectáculo que se ha atribuido al arte contemporáneo. Ellos expresan un fuerte compromiso ya sea emocional, intelectual o político sobre la interpretación y la confrontación con la vida.

Estos artistas abordan la complejidad, la rápida transformación de los modos de vida, la soledad, el miedo, las emociones íntimas, la incomunicación y los conflictos sociales y políticos como la violencia o la guerra.

Bill Viola nos introduce en una sala oscura llamada La cámara de los susurros (1995), donde diez personas amordazadas y con los ojos cerrados hablan simultáneamente desde unas pantallas circulares sin que pueda entenderse lo que dicen. El británico Stephen Dean filma Bandeira, una grada del estadio de Maracaná abarrotada, con los hinchas en pleno oleaje de bailes, cantos y banderas agitadas, sin que se muestre nada sobre el césped, porque el cromatismo está alrededor.

METÁFORAS URBANAS

La Bicicleta cargada de bolsas hasta el absurdo de no poder rodar es una obra con la que Andreas Shominski construye otra metáfora. No solo sobre los sin techo de las ciudades, que deambulan con la casa a cuestas, sino también la acumulación de objetos del ciudadano normal que termina obstruyéndole la libertad.

"El arte contemporáneo no es una frivolidad, aunque parezca que todo es mercado --señaló Daniel Castillejo, el comisario por parte de Artium-- hay artistas comprometidos con las cuestiones del mundo y de la gente". Y Nimfa Bisbe, declaraba que hasta hace poco el arte se excluía de la sociedad, se autodefinía como autónomo, las vanguardias se pronunciaban contra lo establecido. "pero con la caída de las ideologías --indicó la comisaria--, el arte actúa desde dentro de la sociedad y nos muestra lo diario".

Eija-Liisa Ahtila ofrece una historia de separación de pareja en tres secuencias, con la muerte por medio y un reencuentro onírico. En una sala oscura Montserrat Soto ofrece tres visiones de una puerta abierta a la calle mirada desde el fondo de una bodega. En el exterior un viento cruel azota salvajemente los árboles.

El grupo El Perro parte de una fotografía de un soldado norteamericano practicando el monopatín en Irak, para crear una escultura-monumento en la que ese mismo marine se yergue sobre un montón de prisioneros desnudos y amordazados.

Elena del Rivero ha enmarcado 300 cartas a la madre, algunas llevan incorporados objetos intimistas. Tazita Dean muestra a las mujeres en un balneario de Budapest, inspirada en La fuente de la juventud, de Lucas Cranach. María Ribot crea su propio espacio íntimo y danza en una filmación titulada Despliegue.

Simeón Sáiz ofrece una estampa puntillista sobre la guerra de los Balcanes. Los bits de la televisión crean una barrera visual que impide que podamos sentir lo que de verdad sucede. La exposición estará abierta hasta el 10 de febrero.